Hoy en día se habla más sobre la violencia contra las mujeres y constantemente se lucha para erradicarla, claro ejemplo es cuando cada día veinticinco de cada mes se invita a las personas a usar una prenda color naranja, conmemorando así el Día Internacional de la No Violencia contra la Mujer, día que tuvo sentido y se originó con la muerte de tres hermanas Patricia, Minerva y María Teresa, conocidas como las hermanas Mirabal en República Dominicana, quienes perdieron la vida al ser ahorcadas y apaleadas por sus victimarios en el año de 1960.

Desde entonces, el tema de la violencia contra las mujeres se convirtió en un asunto tanto local como internacional; se han establecido leyes, instituciones y políticas públicas específicas para promover el derecho de las mujeres a una vida libre de violencia, pero esto no ha sido suficiente para erradicarla, toda vez que para lograrlo deben de existir tres líneas de acción; siendo la primera, la voluntariedad y convicción de las víctimas de salir del ciclo de la violencia (cultura de la denuncia); como segunda línea, las y los servidores públicos encargados de contribuir al acceso a la justicia y empoderamiento de la mujer deben estar convencidos de su labor (cultura institucional), y cómo tercer línea, se tiene a la prevención, pues debemos de recordar que a pesar de que existen leyes que protegen a las mujeres, su objetivo principal no es la prevención, es la sanción de aquellas personas que incurran en el delito de violencia familiar.

Pero ¿Qué es el ciclo de la violencia?, ¿Cómo puedo saber si estoy en él?

El ciclo de la violencia, según Leonore Walker que en 1979 explicó, consistía en tres fases; la fase de tensión, que se caracteriza por una acumulación de tensión en el que se manifiestan actos que aumentan la fricción en la pareja, el agresor expresa hostilidad, pero no en forma explosiva, sino es forma constante e hiriente hacia la mujer, ante ello ésta intenta calmar, complacer o, al menos no hacer aquello que le pueda molestar a la pareja, creyendo así que ella puede controlar la agresión y da lugar a la fase dos; fase de agresión, en la que estalla la violencia psicológica, física y/o sexual, cuando esto ocurre la víctima se siente responsable pues cree que sus expectativas e intentos por estar bien fracasaron y da como resultado sentimientos de culpa y vergüenza, se siente mal por no ser capaz de romper con la relación y hay ocasiones en que en esta fase la mujer denuncia los malos tratos y se decide a contar lo que le está pasando, pero el agresor al sentirse señalado busca la reconciliación; fase tres o “luna de miel”, en esta etapa el hombre violento se arrepiente, pide perdón, le hace promesas de cambio o le hace regalos con la finalidad de que la víctima mantenga la relación. También le permite ver el lado bueno de su pareja, y se crea la esperanza en ella, de que pueda llegar existir el cambio.

Con el tiempo, el ciclo de la violencia se va naturalizando y difícilmente se identifica; la violencia contra la mujer -especialmente la ejercida por su pareja-, constituye un grave problema de salud pública y una violación de los derechos humanos de las mujeres. Ahora que ya sabemos esta información, es nuestro compromiso es denunciar la violencia contra las mujeres.

 

Lic. Lorena Cano García 

Visitadora Jurídica Metropolitana