En el año 2007 se detectó por primera vez lo que los astrónomos denominaron “estallidos rápidos de radio”, o “fast radio bursts” (FRB) en inglés. Son “estallidos” porque las señales aparecen y desaparecen súbitamente. Son “rápidos” porque su duración es menor a 5 milésimas de segundo. Son “de radio” porque son detectadas por radiotelescopios que recogen señales a longitudes de onda de radio.
Dese entonces se han identificado alrededor de 20 FRB. Parecen provenir de galaxias lejanas, a millones de años-luz. Un año-luz es la distancia que recorre la luz durante un año. Ya que la velocidad de la luz es de 300 mil kilómetros en un segundo, un año-luz representa aproximadamente ¡3.4 millones de millones de kilómetros!
El primer estallido lo detectó el astrónomo Lorimer en registros de datos archivados del año 2001 correspondientes al Radio telescopio Parkes en Australia. En 5 milisegundos se había liberado la misma energía que el Sol en un mes. En el 2016 se logró identificar la procedencia de un estallido rápido de radio en una galaxia elíptica, ubicada a unos 6000 millones de años luz de nuestro planeta. Era la primera vez que se podía calcular la distancia desde el punto de origen de un estallido rápido de radio.
Pero la causa de estas extrañas señales de radio es desconocida. Recientemente Manasvi Lingam y Abraham Loeb, dos científicos de Harvard, han publicado un artículo donde plantean un posible origen no natural para estas señales. En “Fast radio bursts from extragalactic light sails” sugieren que las extrañas señales podrían deberse a la actividad de una civilización extragaláctica.
Los autores exploraron la posibilidad de que los FRB fueran en realidad la forma de proporcionar energía a una nave espacial intergaláctica. Si la fuente de energía para la señal fuera solar se necesitaría un área de captura de la energía solar del doble del tamaño de nuestro planeta. El tremendo calor que se desarrollaría podría controlarse con un sistema de refrigeración en base a agua, también con un tamaño del doble de nuestro planeta.
Como el haz debería estar continuamente enfocado en la nave, y tanto ella como el emisor y la galaxia de donde procedería, se mueven con respecto a nuestro planeta, un observador terrestre detectaría sólo un breve flash. Los autores no afirman que ésa sea la explicación, sino sólo una explicación posible que la ciencia, en principio, no debe descartar. El artículo de Lingam y Loeb ha sido aceptado para su publicación por el “Astrophysical Journal Letters” y está disponible en línea. Sólo el tiempo dará el veredicto sobre lo acertado o no de esta especulación razonable.