El gobierno de Estados Unidos dio el viernes la autorización del presidente Donald Trump para que la compañía TransCanada construya el oleoducto Keystone XL, con lo que anuló una disposición de su antecesor en el cargo Barack Obama y allanó el camino para completar el proyecto de 8.000 millones de dólares.

La decisión pone fin a una disputa de años entre grupos ambientalistas y la industria petrolera que se convirtió indirectamente en un enfrentamiento sobre el calentamiento global. Representa uno de los pasos más grandes tomados hasta el momento por el gobierno de Trump, de privilegiar el desarrollo económico por encima de las inquietudes ambientales.

El Departamento de Estado dijo que concluyó que la construcción del oleoducto sirve al interés nacional de Estados Unidos. Llegó a esa conclusión tras un estudio de los factores ambientales, económicos y diplomáticos, añadió.

No estaba claro qué cambió, aparte del cambio en la Casa Blanca, desde que el Departamento de Estado llegó a la conclusión contraria hace dos años. Trump tenía previsto comentar el tema el viernes por la mañana, según afirmó en un tuit el secretario de prensa de la Casa Blanca, Sean Spicer.

TransCanada, la empresa con sede en Calgary que solicitó el permiso en 2008, dijo que la decisión constituía un «hito significativo».

«Agradecemos al gobierno del presidente Trump por revisar y aprobar esta importante iniciativa», dijo el director general de TransCanada, Russ Girling. «Nos complace colaborar con ellos mientras seguimos invirtiendo en la infraestructura energética de Norteamérica y fortaleciéndola».

Sin embargo, uno de los detractores más enérgicos del oleoducto, Greenpeace, dijo que Estados Unidos ha enviado al mundo una señal de que «retrocede» en materia de clima y energía y prometió seguir combatiéndolo.

«Keystone fue detenido una vez, será detenido nuevamente», dijo la directora para Estados Unidos, Annie Leonard.

Tal como está planificado, el oleoducto de 2.735 kilómetros (1.700 millas) llevará petróleo desde las arenas bituminosas de Alberta, Canadá, hasta la costa del Golfo de México en Texas pasando por Montana, Dakota del Sur, Nebraska, Kansas y Oklahoma. Transportaría unos 800.000 barriles diarios de crudo, más del 20% de la exportación de Canadá a Estados Unidos.

Algunos tramos ya están construidos. Para completar el ducto se requería la autorización de cruce de frontera.

Lo inusual fue que el permiso fue firmado por Tom Shannon, un diplomático de carrera en el Departamento de Estado y no por el propio secretario Rex Tillerson. El ex jefe de la petrolera Exxon Mobil se recusó porque grupos ambientalistas dijeron que se creaba un conflicto de interés.

El ministro canadiense de Recursos Naturales, Jim Carr, dijo que su gobierno estaba complacido por la decisión. El 97% de las exportaciones de crudo canadiense va a Estados Unidos.