Los celos son una de las principales causas de discusiones entre muchas parejas. Ya sea de novios o de casados, son una molesta piedra en el zapato.
Cuando nos enamoramos, tanto hombres como mujeres por supuesto que deseamos estar únicamente al lado de esa persona especial, pero eso no significa que dicha persona tenga el derecho de limitar nuestro actuar o el de los demás.
¿A qué me refiero con esto? A que por las inseguridades que todos tenemos, hay quienes muchas veces se comportan como si con una sola mirada de otra persona hacia su pareja ya se las fueran a quitar. Y lo que es peor, la culpan por ello cuando capaz que ni cuenta se han dado de la mirada.
En el caso de los varones, en no pocas ocasiones, descargan su ira sobre la mujer; ya sea delante de todos o en privado, les llueven recriminaciones a las parejas y desgraciadamente, no solo eso, sino también golpes. Es totalmente injusto, porque sin deberla ni temerla, las mujeres acaban siendo violentadas cuando no provocaron nada.
Cada vez es más frecuente que desde muy jóvenes, tanto los chicos como las chicas se comporten de manera posesiva con el otro y esto si no se corrige a tiempo, derivará en un aumento de ese comportamiento, pudiendo traer consecuencias graves en el futuro.
Veamos la definición de los celos:
“Los celos son una respuesta emocional que surge cuando una persona percibe una amenaza hacia algo que considera como propio. Comúnmente se denomina así a la sospecha o inquietud ante la posibilidad de que la persona amada preste atención en favor de otra. También se conoce así al sentimiento de envidia hacia el éxito o posesión de otra persona.”
Todos hemos experimentado celos, no creo que nadie se libre de ello, incluso es normal por el temor que se describe en el párrafo anterior porque a todos nos da miedo perder a nuestro amor, pero cuando los celos se empiezan a convertir en un problema para la convivencia sana de la pareja dejan de ser normales porque la persona celosa se siente vulnerable al extremo ante cualquier situación externa relacionada con el otro.
Cuando esto ocurre, la persona celosa padece de lo que la psicología ha denominado celotipia, la cual es una patología autodestructiva que le provoca “vivir constantemente infeliz en función de sus miedos y sospechas de engaño” y que también daña a la pareja ya que a causa de los celos desmedidos, la persona enferma comienza a limitarla en su actuar, a tratar de vigilarla y seguirla a todos lados, a privarla de su libertad encerrándola en casa, a aislarla despojándola de todo medio de contacto con otras personas y a buscar por todos lados evidencias de traición aunque solo existan en su mente.
Los celos inician en el noviazgo, con pequeñas acciones que si se pasan por alto, provocan que la persona celosa se vaya sintiendo con un mayor derecho de celar y dominar a su pareja. He sabido de casos donde los jóvenes hasta la ropa les rompen a sus novias porque no les parece cómo se visten, que si usan blusitas de tirantitos o faldas se las cortan con tijeras o que comienzan a limitar su forma de vestir, a decirles que no van a la calle sino se cambian por algo que las haga ver más tapaditas.
Y aparte de eso también se enojan si saludan de beso a otros varones aunque sepan que solo son sus amigos y hasta de los propios se encelan. Con las nuevas tecnologías, hasta por medio de las redes sociales las mantienen vigiladas y las celan a tal grado, que algunas chicas incluso optan por cerrar sus perfiles de Facebook o Instagram comenzando a aislarse de sus amigos.
Esto es parte de una inseguridad de los chicos, de un problema de ellos, no de ellas, pero que desgraciadamente permiten y si resulta que se terminan casando o juntando, este comportamiento continuará y lo que es peor, empeorará y derivará en los comportamientos que más arriba les describí.
Lo más grave de los celos es que si se convierten en celotipia y esta alcanza un grado incontrolable, si no se le pone pronta solución con ayuda de terceros (como por ejemplo acudiendo al psicólogo), los arranques de celos pueden llevar a que el hombre agreda físicamente a la mujer pero a tal escala, que les provoque incluso la muerte.
Vivir en una relación en la que los celos están presentes en el día a día vuelve la convivencia en pareja en un infierno. Es difícil salir de él porque también se vuelve una codependencia pero si trabajamos con los jóvenes para enseñarles que una relación sana es aquella en la que hay plena confianza en la pareja y sobre todo en uno mismo, si les enseñamos que los celos enfermos no son una demostración de amor y si se trabajara en sus inseguridades desde una etapa temprana en las escuelas (desde el preescolar se debería de trabajar), los casos de violencia de pareja seguramente disminuirían.
Nos leemos el próximo domingo.
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