Hablar de Vietnam en Argentina es hablar de un lugar remoto, del cual pocos tienen alguna referencia. Algunos quizás lo relacionen con las guerras que se desarrollaron allí el siglo pasado, primero contra la ocupación francesa y luego contra los invasores norteamericanos.

Quién sabe si alguno recuerde que Vietnam fue donde se desarrolló la mayor guerra con armas químicas (sí, esas que fueron prohibida en 1925 por el Protocolo de Ginebra) de la historia. Durante ella los militares de Estados Unidos esparcieron entre 50 y  70 millones de litros de herbicidas en forma indiscriminada. Gran parte de esos tóxicos eran lo que se conoce como “Agente Naranja”.

El objetivo era defoliar, quitar la espesa vegetación que servía de refugio a la guerrilla sobre todo en Vietnam del Sur. Parte de los agrotóxicos usados en esta guerra estaba contaminado con dioxinas, uno de los venenos más poderosos y persistentes que se conocen.

En Argentina la cantidad de plaguicidas que se esparce ha ido aumentando de manera constante. En el año 2012 la cantidad total fue de 335 millones de litros. Los cultivos con semillas genéticamente modificadas han traído consigo una serie de consecuencias, ninguna positiva: una contaminación creciente con agrotóxicos del aire, el suelo y el agua, una concentración cada vez mayor de las explotaciones agrícolas con la paulatina desaparición de pequeños y medianos productores, y un envenenamiento cada vez mayor de los alimentos y también del algodón con agrotóxicos, principalmente con el glifosato, que es el más usado.

Los efectos sobre los seres humanos: cáncer y malformaciones congénitas. Esta realidad negada por las autoridades e ignorada por la “gran prensa” se refleja en un reciente documental de la televisión italiana.

En Vietnam las consecuencias del uso de los agrotóxicos persisten al día de hoy, más de 45 años después del fin de la guerra. Las estimaciones sobre los afectados se elevan a más de un millón. Pero los efectos no han terminado. Ya hay tres generaciones desde el fin de la guerra que sufren los efectos del cáncer y malformaciones. Las alteraciones hereditarias son una pesadilla que no acaba.

En Argentina hay un envenenamiento progresivo de la población con agrotóxicos  producidos entre otros por Monsanto y Dow, dos de los fabricantes del Agente Naranja.

En San Salvador, en la provincia de Entre Ríos ¡el 43 por ciento de los fallecidos entre 2010 y 2013 murieron de cáncer! Investigaciones publicadas por dos universidades nacionales de Argentina constataron la contaminación con agrotóxicos en tierra, agua y aire en San Salvador. Hace poco la autodenominada “justicia” argentina rechazó la solicitud de suspender las pulverizaciones con glifosato, por no poder probar la existencia de “efectos nocivos” del glifosato, declarado probable cancerígeno por la Organización Mundial de la Salud. Políticos, empresarios y jueces corruptos, periodistas y científicos a sueldo dirigen las operaciones de guerra química contra el pueblo argentino.

 

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