La relación entre el Cardenal Norberto Rivera Carrera y el Papa Francisco no ha sido ni será la mejor. No hay cordialidad, sino una marcada distancia. Han cuidado las formas, pero en el viaje apostólico realizado a tierras mexicanas en febrero de 2016 por el Sumo Pontífice, fue evidente la distancia entre ambos, aún y cuando Rivera Carrera es el Primado de México, una posición de muy alto nivel en la jerarquía episcopal.

Se ha rumorado que el purpurado mexicano apoyó durante al cónclave de 2013 al grupo de los conservadores y que entre las pláticas preparatorias al cónclave, fue duro crítico del entonces cardenal Bergoglio.

Norberto Carrera nació en 1972, quiere decir que cuenta actualmente con 75 años, la edad en la que obispos y cardenales deben ‘jubilarse’.

Significa que es momento que se busque el remplazo de quién recibió la ordenación cardenalicia en 1998 de manos de Juan Pablo II.

Entre los posibles sucesores, el vaticano tiene en sus manos el expediente de cuatro personajes influyentes del episcopado mexicano; uno de ellos el del arzobispo de Puebla Víctor Sánchez Espinoza.

Junto a él también se realizan los perfiles de Carlos Aguiar Retes, nombrado cardenal por el Papa Francisco y actual Arzobispo de Tlanepantla. También Jorge Carlos Patrón Wong con una importante trayectoria dentro de la curia vaticana y actual arzobispo de Guadalajara.

Otro cardenal que es valorado para suceder a Rivera Carrera es Francisco Robles Ortega, con una gran influencia entre los obispos de México en su paso por la diócesis de Monterrey.

En cuanto a las posibilidades de Sánchez Espinoza se sabe que es un hombre conciliador, diplomático, con amplios conocimientos sobre los temas de la agenda política-eclesial. Es disciplinado y sabe lidiar con todos los grupos que conforman el colegio de obispos del país.

Su influencia es tal que logró colocar por un periodo a Eugenio Lira dentro de la Conferencia del Episcopado Mexicano. Es por muchos consultado sobre temas espinosos entre religión y política.

Ha ocupado cargos importantes a nivel continental como la Presidencia del Consejo Episcopal Latinoamericano. Tiene excelentes relaciones en Roma, la ciudad eterna.

Una vez que recibió la ordenación episcopal, por aprobación de Juan Pablo II, fue obispo auxiliar de México, teniendo como jefe a Norberto Rivera. Se sabe que logró resolver diversos problemas al interior de una compleja arquidiócesis primada, quiere, decir, la titular del país. Con el aun Cardenal Primado mantiene una relación saludable, aunque no es parte de su grupo.

Durante su estancia en la Ciudad de México aprendió mucho y muy bien.

Una vez que el Papa Emérito Benedicto XVI lo nombró obispo titular para Puebla, logró mantener gobernabilidad ante un clero añejo, descompuesto y con vicios al interior de la propia curia arzobispal. Ni que decir de los párrocos quienes ya habían permanecido décadas en sus demarcaciones y habían hecho de la fe un negocio.

El perfil de Víctor Sánchez Espinoza es definitivamente apto para ser sucesor de Norberto Rivera y tomar las riendas del catolicismo en el país.

Su único punto en contra y que también es analizado, es el recién infarto que sufrió, lo cual lo pone en desventaja, debido a que es un nombramiento que requiere entre otras, de cabal salud.

En los próximos meses el Vaticano estará anunciando los cambios aquí comentados, pero lo cierto es que el Arzobispo de Puebla ha logrado superar los primeros filtros.

Ya veremos.

@AlbertoRuedaE