La industria turística se ha convertido en el sostén de millares de hidalguenses, y más allá de la falta de cuentas claras en las empresas sociales propietarias de parques acuáticos y balnearios, estos aseguran un empleo para los ejidatarios y pequeños propietarios, y un futuro laboral para sus hijos y nietos.
Por ello entristece y encoleriza el saber qué intereses de grupos políticos ponen en riesgo los ingresos de una población aún empobrecida, que tiene en el período vacacional de Semana Santa la oportunidad de vender sus artesanías, su gastronomía, de trabajar en balnearios, hoteles y otros espacios de recreo, y conseguir ingresos que les permitan sortear el resto del año.
De grupúsculos de auténticos vividores que se escudan en colores partidistas o usos y costumbres para imponer su voluntad, sin mediar un diálogo que resuelva problemas sin causar otros mayores.
La situación que se vive en Ixmiquilpan es por demás preocupante. “Se necesita el más pequeño chispazo para encender la mecha”, me comentaban empresarios de ese lugar.
Una situación que de no ser controlada se irá caldeando conforme avance el proceso electoral del año próximo, pues se multiplican aquellos que aprovechan situaciones locales que pudieran resolverse, para generar conflictos con tinte partidista a nivel nacional.
Lo más lamentable es que mucho del origen del conflicto está entre quienes debieran ser los más interesados en el desarrollo económico y social de Ixmiquilpan.
En quienes buscan imponer el uso de la fuerza para beneficio propio.
Me cuenta un empresario que en días pasados el chofer de la empresa tuvo un accidente con la camioneta de reparto; llegó personal de la aseguradora, hizo el pago de los daños, pero la camioneta no ha sido devuelta, pues “por usos y costumbres” deben pagarse 68 mil pesos por ella.
“Es tan simple como o pago, o reporto la camioneta como robada, pues quien tiene en su poder la camioneta no es ninguna autoridad oficial, sino vecinal”.
Sin embargo estas autoridades vecinales son las que deciden si cierran o no calles, carreteras, si saquean tiendas o exponen a los adolescentes impetuosos. Claro que detrás de ellos hay quienes les apoyan esperando manejarles como títeres.
Y mientras tanto, las empresas que generan empleos y pagan impuestos; los artesanos, los trabajadores de balnearios y parques acuáticos, además de vecinos y hasta visitantes, tienen que ajustarse a decisiones arbitrarias.