De aprobar el Senado mexicano el nombramiento de Melquiades Morales Flores como embajador en los próximos días, el exgobernador trasladará su residencia a Costa Rica.

La designación de Melquiades como embajador tiene las implicaciones que todos sabemos.

Tiene implicaciones diplomáticas, políticas y económicas.

Empiezo por las últimas.

La Balanza Comercial México-Costa Rica es un poco inestable a juzgar por el dato de 2016 y enero de 2017, según datos del Banco de México.

En 2016 el valor anual fue de 524 millones 391 mil dólares, pero entre enero del 2016 y enero del 2017 el intercambio comercial bajó de 52 mil 184 a 37 mil 118, con una reducción de casi 29 por ciento.

Es decir, para México es vital incrementar la actividad comercial, principalmente basada en la exportación de productos mexicanos.

Melquiades Morales tendrá la obligación entonces de favorecer la difusión de oferta comercial de México hacia Costa Rica, mediante una fuerte coordinación con la Secretaría de Economía.

Las actividades sustantivas de México mediante su representación se concentrarán en la promoción de inversiones privadas y de revisión de las condiciones de los acuerdos comerciales entre ambas naciones.

Pero por otro lado, las implicaciones políticas se dan en el marco de los otros 18 nombramientos como embajadores que ha propuesta Enrique Peña Nieto al senado.

Entre otros, los nombramientos más destacados son los de Dionisio Pérez Jácome, quien irá a Canadá, Beatriz Paredes, quien regresa de Brasil, y Norma Pensado, en Rusia.

La implicación diplomática con Costa Rica implica elevar también los intercambios educativos y el aprendizaje en índices de calidad de vida, dado que Costa Rica es uno de los mejores países para vivir, sin ejército ni inseguridad como principal flagelo.

¿Qué le esperará a Melquiades allá? No importa tanto como lo que no le espera en Puebla.

Gracias y nos leemos el lunes 17, después de un merecido descanso… a mis lectores.

Mientras, lo veo en Twitter en @erickbecerra1