Hoy en día la mayoría de los profesores, entran a un salón de clases, imparten su materia y se retiran sin ver más allá de lo que hay en el aula. Pero, ¿qué sucedería si en lugar de ver números de lista, viéramos seres humanos, pensantes, distintos entre ellos, llenos de sentimientos encontrados, miedos, angustias y muchas más emociones que pueden ser tanto positivas como negativas? Seguramente tendríamos aulas mucho más humanizadas, con ambientes mucho más sanos y por tanto mucho mejores resultados de aprendizaje.

El alumno de hoy requiere no solo de escuchar los contenidos de una materia que quizá ni siquiera le interese para su vida, necesita de atención, y afecto, necesita ser escuchado por sus docentes, y que lo conozcan realmente. Y si hiciéramos una pausa en nuestro ejercicio diario y nos detuviéramos a conocer a cada uno de nuestros alumnos, a descubrir lo que hay dentro de ellos, les garantizo que lograríamos comprenderlos mejor y saber qué es lo que realmente necesitan para que su aprendizaje sea efectivo.

Sin duda motivar a los alumnos a través de la afección y el interés es el ancla perfecta para lograr un cambio en nuestra práctica. Enamorar al alumno de la materia no solo requiere del dominio del conocimiento, sino de la pasión y entrega por lo que se hace. En el Tecnológico de Monterrey, buscamos que esto se concretice y se convierta en una realidad, buscamos profesores inspiradores, apasionados por su materia, pero sobre todo, comprometidos e interesados por sus alumnos, no por sus números de lista.

 

Jimena Hernández Patiño

Directora del Departamento de Lenguas