Este 2017 la penitencia fue más larga y cansada para los 60 hombres engrillados por fe, muchos de ellos llegaron al atrio del exconvento Franciscano, también conocido como de Santa María de la Asunción Acapetlahuacan, exhaustos arrastrando sus pesadas cadenas; la tradición cumple 104 años sin interrupciones de realizarse.

UNA LARGA PENITENCIA LA DEL 2017

El tradicional kilómetro de recorrido por las más de 10 cuadras del barrio de San Juan se sintió el doble debido al paso lento de la procesión del silencio encabezada por el párroco del templo de San Francisco y las imágenes santas.

Cada parada, cada caída de la santa cruz hacia que el calor subiera desde las plantas de los pies de cada uno de estos hombres y se uniera al metal de las cadenas para hacer su sacrificio más valido, ni el limón para chupar ni la ayuda de sus acompañantes para levantar las pesadas cadenas o retirar la corona de espinas servían de alivio.

Algunos de ellos requirieron a la mitad del camino olor alcohol para revivir ante el intenso sol que volvió ardientes sus 50 kilos de metal acuestas. Hubo quien se refugió en los espectadores para que le “echaran aire” con los sombreros o los resguardaran un minuto bajo las sombrillas que tenían, porque no podían más y apenas iban a la mitad del camino.

Como hace mucho tiempo en el Pueblo Mágico de Atlixco, la procesión de engrillados la fe se convirtió en un verdadero sacrificio por las inclemencias del tiempo y la nueva organización por parte de la Iglesia de San Francisco.

Esta vez no hubo foto del recuerdo antes de llegar a la Iglesia de la Soledad, zona llena de árboles donde se siente un poco de alivio por lo fresco del lugar, pues ya urgía llegar a San Francisco ya que los engrillados estaban exhaustos.

Ni las alfombras de aserrín húmedo colocadas, como cada año por los vecinos del barrio de San Juan de Dios, sirvieron para las plantas de esos 120 pies que arrastraban cadenas. Este viernes Santo hasta los acompañantes hicieron penitencia, no fueron suficientes sus esfuerzos levantando las cadenas pesadas de los hombres, moviendo los grilletes de los pies, poniéndoles en la boca limones para saciar la sed.

El camino no termino frente a la entrada del exconvento franciscano, sino que tuvieron que caminar de regreso a la iglesia de la Tercera Orden para poder despojarse de su penitencia, algunos de ellos ya llegaron con sandalia, otros a cada paso les ponían pedazos de papel o cartón para no sentir el suelo ardiente.

El recorrido que año con año duraba una hora y media máximo, esta vez fueron tres horas para algunos.

Bajo el intenso sol de primavera, los engrillados no iniciaron el contingente, fueron acomodados en un bloque tras la procesión de las santas imágenes, cambiaron su capucha negra y taparrabos por una roja, no se les permitió llevar charola para las limosnas pero si imágenes y crucifijos. Además no  pudieron entrar al templo de Santa María de la Asunción Acapetlahuacan ni al interior del mismo para quitarse cadenas y espinas.

LA PREPARACIÓN

Cabe recordar que la «manda» de los 60 hombres de este turno, comenzó desde hace tres meses con la preparación física y espiritual para soportar el recorrido, preparación que corre por cuenta de la familia Garcés quienes son los coordinadores de los engrillados de Atlixco.

Se encargaron de ir hasta el municipio de Atzitzihuacan a uno de los cerros de San Miguel Ahuacomulican a recolectar las espinas para que este Viernes Santo llevaron incrustadas en piernas y brazos. El viaje a esta localidad es necesaria porque en Atlixco no encuentran las espinas en los cerros, debido al crecimiento de la mancha urbana.

El día para estos hombres empezó a las ocho y media de la mañana, la cita en el templo de la Tercera Orden donde se reunieron para despojarse de todo lo material, espiritual y físico.

En el atrio de este templo ubicado sobre la avenida Hidalgo del centro de Atlixco, los coordinadores se encargaron de ‘aventarles’ los montones de espinas contra la piel, de acomodarles los 40 o 60 kilogramos de cadenas en el dorso y amarrarles los grilletes, también de cadenas a los tobillos.

NO AL MORBO, SÍ A LA FE

Los engrillados nacen como una muestra de fe y amor a Jesucristo. En estos 104 años se convirtió en una tradición en Atlixco y actualmente ya se toma como un producto turístico más, por ello el llamado de parte de los coordinadores es a no verlo con morbo.

“Estos hombres, con este sacrificio se unen a Jesucristo en su dolor, con sus espinas con sus grilletes es un acto de amor, no un espectáculo”, señaló Alicia Garcés Guzmán, coordinadora de los Engrillados.

Recordó que hay quienes vienen desde lejos para participar: “porque es un acto de amor, sufren junto con Jesús, viven de esta manera su Semana Santa, algunos lo hacen en agradecimiento por las bendiciones recibidas durante el año, por tener salud, trabajo, familia otros porque han recibido algún tipo de milagro y desde el fondo de su corazón nace ofrecer este acto a Dios”.

 

Y LA IGLESIA DICE

Finalmente por su parte la iglesia encabezada en este caso por el párroco, Alfredo Gutiérrez Rodríguez, hizo el llamado a lo largo de todo el recorrido, en cada una de las paradas para orar por la reconciliación como sociedad, desde el inicio, a los feligreses presentes les recordó que venimos a este mundo para vivir, no para matar.

“Parece que hemos descubierto una fecundidad en la muerte hiriendo para que otros vivan. Nos hemos negado a reconocer la santidad de la vida, lo intocable, lo grande que es el hombre por el hecho de estar vivo».

Parece que hemos llegado a creer que solo destruyendo a los demás es cómo podemos vivir; es todo lo contrario nuestra gran tarea es vivir y hacer vivir, servir y solidarizarnos para la gran empresa de hacer la vida en nosotros y en los demás», invitó el sacerdote de San Francisco.