Cinco imágenes que representan La Pasión y Muerte de Cristo y el dolor de su Madre, María Virgen, son el marco de la Procesión de Viernes Santo con casi doscientos mil feligreses de Puebla, quienes sin importar sexo, profesión, edad, condición económica o social acuden para profesar su fe.
Armando puede presumir de ser cofrade del Señor de las Maravillas, considerado uno de las advocaciones de Cristo y uno de los referentes de la procesión del Viernes Santo en Puebla, recuperada hace cinco lustros y que hoy congrega más de 175 mil almas.
Muchas, pocas personas, quien pueda que nos cuente, podría decir Don Blas, un octogenario que acude a la zona de La Villita, donde se hace una pausa para escuchar un mensaje del Obispo, Víctor Sánchez Espinosa.
María, metros atrás vende sombreros de palma para que los feligreses se atajen del calor… ella también cree en las Maravillas del Señor de las Maravillas y no se cansa de contar como esa figura se salvo hace apenas unos años del incendio que afectaba la iglesia de las Agustinas de Santa Mónica, ahí donde hasta un Presidente vino a comer un chile en Nogada.
De hecho, el Señor de las Maravillas es la imagen más venerada de la ciudad. Cuenta la historia que las religiosas agustinas de Santa Mónica ganaron en una rifa al originalmente denominado El Cristo de la Caída, hacia 1680
Una novicia descubrió que durante la noche, la imagen era azotada por dos soldados romanos. El suceso causó conmoción y dio lugar a la gran veneración.
Desde la mañana se prepara la procesión: En San José, a una calle del templo de Santa Mónica se encuentra la representación de Jesús Nazareno una imagen de finales del siglo XVI que reúne.
Es el más popular después de la Fundación de Puebla. Incluso hay referencias suyas en los documentos del Archivo Municipal, como parte de las fiestas en la ciudad de la Virgen de la Defensa, la Virgen de El Rosario y el Jesús Nazareno que conmemoraba el Cabildo desde el Virreinato.
En San José, la cofradía reúne a un conjunto de hombres de negro, a quienes su coordinador les vende hasta los calcetines, negros, por supuesto, como lo explica Mario, uno de los cofrades que este Viernes Santo tuvo el honor de cargar en parte del recorrido de nueve calles al Jesús Nazareno, hasta su llegada a la Catedral: “Yo ya soy una persona grande, pero no me pesa ni la cargada ni la compra de la ropa para participar en la devoción”.
Desde la mañana se preparan las diferentes cofradías de las cinco representaciones de Cristo y las advocaciones de la Virgen María en la manifestación de la Semana Santa en Puebla, rescatada desde el año 1992, pero que a diferencia de otros sitios no es silenciosa, aunque ya suma algunas otras expresiones de marchas similares como encapuchados con capirotes como un sentido penitencial que se acompaña con túnicas largas.
Conmemoramos los misterios de la redención, culminando en punto de las tres de la tarde en la Catedral, para recordar la muerte de Jesucristo, refiere Chema, José María, quien en septiembre no duda salir ataviado a la calle con sus arreos de los Caballeros de Colón.
Él venera a la imagen de Jesús de las Tres Caídas, del Templo de Analco, la tercera en la procesión. La leyenda cuenta que en el siglo XVII, cuando estaba siendo tallada, el escultor no permitía ninguna presencia, salvo un ciego. Cuando estaba concluida el ciego le pidió al maestro tocar el rostro de la imagen y recuperó la vista de inmediato.
Los cofrades cargan la imagen de unos 70 kilogramos, quien montado en la plataforma con sus arreos integra un conjunto de 400 kilogramos de peso.
La representación de ese Cristo, con un rostro sufriente lleno de compasión se encuentra de rodillas, lo que supone una de las caídas, además de que el pie izquierdo exhala un perfume, un aroma que hasta ahora nadie se ha podido explicar.
En la Procesión del Viernes Santo, las imágenes de María y sus advocaciones aluden al momento dramático, pues son la Virgen Dolorosa y la Virgen de la Soledad.
Carmelita es una devota de la Virgen Dolorosa del Carmen, que se encuentra en la capilla de Santa Teresa del Templo del Carmen; utiliza un hábito café advocación de la Virgen, cuya imagen es originaria de 1586 y que llegó a ocupar un solar donado en 1548 por el Ayuntamiento de Puebla. Carmelita dice que a los gobernantes no les debe de dar pena que las iglesias de la ciudad se hayan construido a base de fe y trabajo.
La figura de la Señora de la Soledad, de factura sevillana y que data de 1691, dio origen al templo que vecinos construyeron hacia 1731 y que en 1748 tomó la orden de religiosas de las Carmelitas descalzas. La efigie también es llevada por mujeres, no tantas como las discípulas del Carmen, pero con fe, tanta como pelearse por llevar la pesada tarima en la procesión.
LA POLÍTICA Y LA FE
Un crucificado de Jolalpan a las puertas del Congreso del Estado, donde habitantes desde hace ocho semanas están en plantón y, por ende, optaron por una representación de un compañero de amor, humildad, fraternidad, ser amigo y hermano con hermano, corazones libres con fe”, marcaban los actos paralelos a la procesión, hay a una calle de la Catedral.
En paralelo, sombrillas de pasados procesos electorales, incluso de hace seis años (para que vean que si sirven), salieron a relucir en la procesión, mientras que familiares del exlíder del Sindicato del Ayuntamiento, Israel Pacheco, se acercaron al Arzobispo Víctor Sánchez Espinoza su oración para que salga libre.
Desde sus iglesias de origen, en tres de cuatro puntos cardinales, excepto el Oriente, las figuras arribaron a la Catedral de Puebla.
De ahí, la procesión partió de la Catedral poco después de las 12:00 horas, después del mensaje inicial del Arzobispo Víctor Sánchez Espinoza, para rodear el zócalo y tomar la Avenida Juan de Palafox y Mendoza, dar vuelta en la 4 Oriente hasta la 11 Norte y de al “Gallito” (11 sur y Reforma).
En ese sitio, después del segundo mensaje del Arzobispo –a quien este año le ofrecieron un carrito de golf para evitar algún contratiempo tras sufrir un ataque al corazón que lo hospitalizó a principios de año, la Procesión regresó por Reforma hasta el Zócalo y al atrio de la Catedral, alrededor de las 15:00 horas.
Después del mensaje arzobispal y la bendición, las imágenes regresan a sus templos acompañados de sus fieles y devotos, quienes esperaran los tiempos litúrgicos para la muerte y resurrección de Cristo con su segunda venida, que marcarán la solemnidad de la octava de Pascua y la bendición Urbi et Orbi.