Pedro Infante siempre fue un artista del pueblo. A pesar de su fama y fortuna, Pedro se mostraba humilde y carismático durante los encuentros con su gente, señaló Joaquín López Hernández, cronista de Teacapan, Sinaloa.
Caracterizado como Pepe el Toro, el indio Tizoc o como un policía de Tránsito, este actor mexicano de la Época de Oro del cine nacional, trasladó la personalidad sencilla y cercana de sus personajes, a la calle, al día a día del pueblo, a quien dejó gratos momentos que hoy, a 60 años de su muerte, vuelven a rememorarse.
“En su trato no era distinto a sus personajes, por eso yo creo que sus películas siguen siendo populares, porque así era él, sencillo y alegre”, dijo Joaquín López, en entrevista con Notimex.
Anécdotas recolectadas por el cronista a través de testimonios de personas que conocieron a Pedro y plasmadas en el libro “Pedro Infante. Anecdotario Sinaloense”, las historias que este escritor sinaloense tiene para contar, recrean la figura humilde que el actor nunca dejó perder.
El Año Nuevo tocaba la puerta. Contratado para cantar en una celebración privada en Huatabampo, Sonora, Pedro Infante, acompañado del mariachi canta algunas de sus canciones más populares, deleitando al pequeño grupo de élite que pagó por escucharlo.
Sin embargo, afuera del recinto, la gente común, los mexicanos del pueblo, al enterarse que su ídolo se encontraba en su localidad, se conglomeraban en la calle tratando de ver y escuchar aunque sea a lo lejos, al hombre de la melodiosa voz que los enamoró a través de las pantallas.
Una vez concluida su presentación, Pedro hizo algo que nadie esperaba y que las personas que tuvieron la oportunidad de estar ahí, nunca olvidarían.
“Cuando terminó su presentación, les dijo a la gente para la que cantó, miren yo ya cumplí, ya les canté canciones de más, ya cumplí con ustedes, ahora si me permiten voy a salir al balcón y le voy a cantar a mi gente’”, describió Joaquín López, con la voz entrecortada.
Fue entonces cuando el famoso “Torito”, salió al balcón con el mariachi y dirigiéndose a su gente les dijo, “a ver, ¿quién cumple años hoy’”, un joven levantó la mano y Pedro le cantó las mañanitas, para después seguir con su repertorio musical, pues quienes se congregaron le pedían una canción tras otra.
El cronista de la playa de Teacapan, detalló que esta anécdota le fue contada por don Germán Lizárraga, quién se encontraba en el lugar.
Otra de las tantas historias de Pedro Infante y la cercanía que tenía con la gente, expresó Joaquín López, fue cuando llegaba a Guamúchil, el pueblo donde creció y en el cual nunca perdió contacto con amigos y conocidos.
“Cuando iba ahí, la gente que venía con él le decía que fueran a hospedarse a un hotel y él decía, no cuál hotel, consíganme un catre para acostarme, yo aquí me quedó con mi gente’”, dijo.
Por otra parte, recordó que para los sinaloenses, la figura de Pedro Infante es muy importante ya que su personalidad alegre, refleja lo que son los oriundos de Sinaloa, quienes lo recuerdan a través de anécdotas, estatuas y objetos que le pertenecieron y que son resguardados en alguno de los tres museos del estado.
“No hay día que no mencione a Pedro Infante, sobre todo con las personas ya de 60 años para arriba, que no tengan una anécdota sobre él, que lo conoció su papá o su mamá, y empiezan a contarme historias.
“Para mí, Pedro Infante es un personaje del pueblo que todos quisiéramos a ver conocido e imitar algunas de sus formas de ser, sobre todo ese ángel que tenía con las mujeres y con la gente”, resaltó Joaquín López.