Javier Duarte cayó a mes y medio de la elección del 4 de junio, cuando se renueve la gubernatura del estado de México.

En varias ocasiones he comentado en público y en privado que la caída de Javier Duarte era sólo un asunto de tiempo.

Tiempo para detectar sus movimientos.

Tiempo sobre todo para preparar la opinión pública.

Y sobre todo la detención de Javier Duarte dará al PRI y a su gobierno un poco de oxígeno para llegar en mejores condiciones a la elección del Edomex –en que sólo se renovará al titular del poder Ejecutivo local.

Para el PRI también es un golpe (pero no de suerte) sino un muy bien planeado con fines políticos, sociales y por supuesto finalmente electorales.

La detención del exservidor público más buscado le dará al gobierno federal la perfecta muestra de que se combate la delincuencia de los exgobernadores.

Hoy Duarte se suma a la lista de mandatarios perseguidos, entre ellos Tomás Yarrington, detenido en Italia, y por supuesto Guillermo Padrés, exgobernador de Sonora.

Los delitos que le imputan a Guillermo Padrés son de lavado de dinero y defraudación fiscal.

Es muy relevante para el PRI que el proceso de extradición de Javier Duarte a México no sea muy rápido, sino que se lleve unos días más, mientras construyen sus líneas discursivas a favor de la campaña.

No cabe duda que el gobierno federal está demostrando una vez más que tiene el dominio absoluto del timing político y que jugará con lo que el poder le permita mientras busca preparar la sucesión 2018.

Como le dije hace unos días en este mismo espacio, aunque comenzaron empatados el PRI, PAN y Morena en el Edomex, lo más seguro es que Alfredo del Mazo termine ganando la elección.

Una elección en donde no hay más actores que los propios candidatos al gobierno estatal, lo cual favorece al PRI, pues no hay liderazgos que jalen la votación hacia los demás partidos de oposición.

Al tiempo.

Gracias y nos leemos el miércoles.

Pero mientras nos leemos en Twitter en @erickbecerra1