La síndico procurador del municipio de Quilehtla, María Elizabeth Cuatepitzi Vázquez, manifestó temer por su vida tras haber sido objeto de una agresión con arma de fuego en su domicilio y una amenaza vía telefónica, por lo que pidió apoyo de las autoridades.

En conferencia de prensa, la representante legal de la comuna indicó que hasta el momento desconoce los motivos y las personas que podrían estar detrás de estas amenazas.

Ante este panorama, indicó que en días pasados acudió a presentar una denuncia ante la Procuraduría General de Justicia del Estado (PGJE), aunque no dio a conocer el número de expediente.

Declaró que antes de ostentar el cargo no había sufrido ninguna agresión, situación que comenzó a partir de que inició su labor como servidora pública, pues se dijo una persona que se ha dedicado al trabajo y le gusta participar en la comunidad.

Refirió que se ha mantenido en contacto con sus homologas en el estado previo a la renovación de la asociación estatal, pues ha habido cierto grado de “violencia” por la equidad de género que afecta principalmente a las mujeres “se nos violan las facultades de revisar la cuenta pública”.

Expresó que el alcalde, Óscar Pérez Rojas, tiene conocimiento de estos ataques, pues le informó de la última llamada que recibió en su número particular el pasado martes 18 de abril cuando se encontraba en su oficina.

Fue por ello que le solicitó el apoyo para su seguridad, situación que fue respaldada por el edil, además de una patrulla asignada por la policía estatal para evitar un nuevo altercado que ponga en riesgo su integridad o la de su familia.

Durante la entrevista hizo un llamado al gobernador del estado Marco Antonio Mena Rodríguez, a quien solicitó el respaldo para resguardar la integridad de sus hijos.

Pese a estas amenazas, indicó que mantiene su compromiso con la gente que confió y la apoyo con su voto, por lo que continuará sus actividades de manera normal.

Informó que la primera agresión se registró el pasado 18 de febrero cuando balearon su domicilio y el 18 de abril recibió la llamada, en la que “me dijeron que iba a sentir en carne propia lo que es una pérdida y que le habían pagado para hacer dicha amenaza”.