Cada año, más de medio millón de personas son asesinadas en todo el mundo con armas de fuego pequeñas o ligeras. En su mayoría, se trata de integrantes de grupos antagonistas o civiles que quedaron en medio de fuego cruzado o fueron víctimas de atentados terroristas. No hay datos concluyentes acerca de a cuánto asciende el negocio de la muerte: el del tráfico ilegal de este tipo de armamento y sus componentes. La estimación más reciente señala que se trata de un mercado con un valor de 3 mil 500 millones de dólares.

La Global Financial Integrity recupera esta cifra para su estudio Transnational Crime and the Developing World, pero advierte que “es probable que este valor esté subestimado”.

Cabe señalar que en este tipo de crimen, el valor económico del mercado es nimio frente al costo humano que implica: represiones, guerras y asesinatos selectivos o indiscriminados. Este negocio nutre principalmente industrias de la guerra asentadas en los países “desarrollados”: Estados Unidos, Israel, Alemania, Rusia; y a narcotraficantes, grupos paramilitares, tratantes de personas y, entre otros, traficantes de maderas preciosas, cuyos escenarios de operación son las países pobres o “en vías de desarrollo”.

Se trata de una industria que se alimenta a sí misma: por cada arma que fabrica, se construye otra que se le opone. Así, venden a uno y otro bando, a criminales, policías, paramilitares y militares. Y mientras, los gobiernos deben destinar recursos públicos para financiar la compra de armas, dinero que podría utilizarse para garantizar derechos humanos o servicios públicos.

Las variantes del Avtomat Kaláshnikova modelo 1947 (AK47) son de uso mundial. Inventado en la Unión Soviética por Mijaíl Kaláshnikov, este fusil de asalto cuenta con características únicas: de fácil operación, de fácil producción y es “relativamente indestructible”, señala el documento.

En el informe de la Global Financial Integrity, se asienta que en México los AK47 o cuernos de chivo (apodados así en este país por su característico cargador largo y curvo) se consiguen fácilmente. En los estados del Norte de la República cada cuerno vale entre 1 mil 200 y 1 mil 600 dólares (entre 22 mil 650 y 20 mil 730 pesos mexicanos): más barato de lo que puede conseguirse en Siria, Nigeria y Yemen, por mencionar a países que viven con una guerra generalizada, con ejércitos irregulares como el Estado Islámico y Boko Haram; pero más caro que en Irak, Somalia y Líbano, también con conflictos declarados.

En la Frontera Sur de México, cada cuerno de chivo puede conseguirse por un precio de entre 2 mil y 4 mil dólares (entre 37 mil 691 y 75 mil 386 pesos). Con este valor, y aumentando, estas armas siguen su camino rumbo a los países de América Central y América del Sur. El informe no se refiere a otro de los fusiles de asalto consentidos entre los narcotraficantes (y, en este caso, también entre fuerzas policiacas): el AR15, cuyas letras hacen referencia a la compañía estadunidense que lo inventó (ArmaLite) y el número, al modelo más exitoso (luego de 14 versiones). Popularmente y en los narcocorridos sólo se le llama R15. Es de menor calibre que el cuerno y también de menor cadencia de tiro (la mitad); pero es capaz de traspasar casi todos los niveles de blindaje.

No lo dice el documento pero, en cuanto a este problema, México padece (otra vez) ser el vecino de Estados Unidos, el país donde se consiguen legalmente y de industrias establecidas los AK47. En otras naciones se consiguen estos fusiles de asalto pero de fabricación artesanal.

Y es que en Estados Unidos un cuerno de chivo vale apenas 500 dólares. Y ciudadanos de ese país pueden comprarlo sin restricciones. Los compradores mexicanos no tienen que recurrir siquiera a la web oscura para hacer sus pedidos. Debido a la cercanía, se adquieren estas armas en numerosas transferencias a pequeña escala, es decir, en comercio hormiga. De hecho, en todo el mundo, la gran mayoría del trasiego ilegal de armas se hace por tierra, entre negociadores directos. Por ello, las transacciones más numerosas y exitosas se producen entre países vecinos o dentro de una región.

¿Cuál es el proceso por el que las armas legales pequeñas y ligeras de Estados Unidos terminan en manos de grupos criminales de México y los demás países de América Latina?

Según el documento, empiezan en el mercado “blanco”, luego pasan al mercado “gris” y terminan el mercado “negro”. Es decir, primero se adquieren de manera legal, en tiendas establecidas y por compradores identificados. Luego pueden ser revenidas a otros usuarios no identificados (mediante prestanombres) o a usuarios identificados pero con certificado de usuario final falso. En la tercera fase, los poseedores del arma, con nombres falsos o certificados falsos, las revenden sin ningún requisito y por fuera de todo registro a otros actores no identificados. Ya en el mercado negro pueden pasar por muchas manos antes de ser destruidas o confiscadas.

Además, están las armas que los delincuentes obtienen de los enfrentamientos con militares o policías, las robadas y las que se compraron por medio de sobornos a funcionarios corruptos. Aparte están también aquellas que se introducen de manera deliberada en programas supuestamente fallidos como Rápido y Furioso.

No se debe perder de vista que, a nivel mundial, “los traficantes de armas suelen utilizar las mismas rutas de contrabando por las que trasiegan otros bienes ilegales”. Es decir, resulta lógico que las rutas que llevan droga a Estados Unidos (cocaína, heroína, marihuana y metanfetaminas) sean las mismas por las que se introducen las armas a territorio mexicano.

De acuerdo con el documento de la Global Financial Integrity, también queda claro que el pago por las armas no siempre es en dinero en efectivo. En muchas ocasiones se intercambian por bienes ilegales producidos por los compradores: en el caso mexicano, drogas.

Las armas pequeñas y ligeras no tienen la letalidad del armamento pesado. Pero resultan las responsables de la mayoría de asesinatos en el mundo. Los estragos que causan son mucho mayores que las pesadas, debido a “su gran volumen de tráfico, su carácter duradero y su disponibilidad universal”.

Son consideradas armas pequeñas aquellas de uso individual: revólveres y pistolas; rifles y carabinas; escopetas; armas semiauomáticas, y ametralladoras ligeras. Las armas ligeras son aquellas que requieren de un pequeño equipo para ser operadas. Se trata de ametralladoras pesadas; sistemas de mortero de 120 milímetros y menores; lanzadores de granadas, manual, de barril y automático; granadas de mano; lanzacohetes portátil; minas terrestres, y artefactos explosivos improvisados. Una revisión a la prensa de todos los días nos señala que todas estas armas se usan en México en la guerra (“no fallida sino fingida”, como dice el periodista José Reveles) contra el narcotráfico.

Muchos actores armados en México. Y de manera incipiente, el pueblo organizado.