Amiens. El favorito en las elecciones presidenciales de Francia, Emmanuel Macron, ha salido a buscar votos de la clase trabajadora y tiene previsto reunirse con obreros de una fábrica de electrodomésticos que es el nuevo símbolo de la pérdida de empleos franceses ante plantas en el extranjero.

Las conversaciones de Macron con líderes sindicales de la planta de Whirlpool en el norte de Francia, una región donde su rival, Marine Le Pen, fue la más votada en primera ronda, no carecen de riesgos.

Macron, un centrista pro Unión Europea, debe caminar por una estrecha línea entre defender su programa para combatir el desempleo crónico en Francia sin caer en la misma trampa que otros ganadores de los comicios, que tuvieron problemas para cumplir sus promesas electorales.

Está previsto que la fábrica de Amiens ponga fin a su producción de secadoras este año para trasladarla a Polonia, sumándose a una larga lista de plantas amenazadas y que se han convertido en un símbolo de las campañas electorales francesas.

En la campaña de 2012, el candidato socialista François Hollande viajó a unos altos hornos amenazados con el cierre en el cinturón industrial de Francia con un objetivo similar de ganar votos obreros, antes de derrotar a Nicolas Sarkozy en las elecciones.

Los líderes sindicales acusaron después a Hollande de traicionarlos cuando los altos hornos de Hayange fueron clausurados dentro de un acuerdo entre el gobierno de Hollande y el gigante del acero Arcelor Mittal.

Le Pen, euroescéptica y que necesita millones de votos más para ganar a Macron en la segunda vuelta de las elecciones del 7 de mayo, ha prometido mantener abierta la planta de Amiens si es elegida, pase lo que pase. La candidata de ultraderecha ha insistido en sus afirmaciones de que el programa del exbanquero, más liberal en el frente económico, implicaría perder más empleos franceses ante otros países.