En 1892 el científico ruso Dimitri Ivanoski identificó un organismo microscópico desconocido, mientras estudiaba una enfermedad de las plantas de tabaco. Observó que atravesaba un filtro de porcelana, lo que no ocurre con las bacterias, y consideró que ello se debía a alguna imperfección del filtro. Tres años después el botánico Martinus Willem Beijerinck repitió el experimento y afirmó que se trataba de un organismo más pequeño que las bacterias, al que le dio el nombre de virus filtrable.

La palabra “virus” ha ido cambiando su sentido con el tiempo, desde sus orígenes latinos donde significaba «veneno”. La imagen de los virus comenzó a  dibujarse a través de muchas negaciones. No son animales, no son plantas, no son bacterias, pertenecen a una categoría aparte. No se pueden reproducir por sí mismos, no se les puede observar con un microscopio óptico, no se les puede combatir con antibióticos. Se introducen en una célula, y la usan para producir otros virus, para replicarse. Sus tamaños son menores a los de las bacterias más pequeñas. No sabemos cómo surgieron.

Algunas de estas negaciones ya no son tan tajantes. Por ejemplo las relativas al tamaño y complejidad de los virus. En 1992 se identificó, en una torre de enfriamiento en Bradford, Inglaterra, un microorganismo que se clasificó como una bacteria. En el año 2003 se determinó que no era una bacteria sino un Mimivirus y era el virus más grande conocido hasta entonces, un virus gigante. Un nanómetro es la millonésima parte de un milímetro, o sea que se necesita. un millón de nanómetros para tener un milímetro de longitud. Los Mimivirus tienen una longitud de unos 400 nanómetros, y son visibles con un microscopio óptico.

Desde el 2003 a la fecha han estado apareciendo más y más virus gigantes, con tamaños superiores a los de algunas bacterias y cuyos genomas codifican más proteínas que algunas bacterias. En 2013 el Pandoravirus en Chile, en el 2014 el Pithovirus sibericum, revivido del permafrost siberiano con 30,000 años de antigüedad. Del mismo permafrost se ha aislado un cuarto tipo, el Mollivirus sibericum. Y la cuenta sigue.

Los virus gigantes se están identificando ahora con frecuencia porque los científicos van a buscarlos. Si la búsqueda de un virus se centra en suponer que su  tamaño es pequeño, los virus gigantes pueden ser excluidos y ser considerados como bacterias. En la ciencia, como en todas las actividades humanas, los preconceptos o las nociones previas suelen ser las más difíciles de erradicar. Cuando se consigue hacerlo, se abren nuevos horizontes. Ahora estamos en esa situación con los virus.¿Qué nuevos conocimientos traerá consigo la ruptura del paradigma de los virus como organismos más pequeños que las bacterias y menos complejas que éstas?

 

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