«En medio del camino de la vida errante me encontré por selva oscura, en que la recta vía era perdida. ¡Ay, que decir lo que era, es cosa dura, esta selva salvaje, áspera y fuerte, que en la mente renueva la pavura! ¡Tan amarga es, que es poco más la muerte! Mas al tratar del bien que allí encontrara, otras cosas diré, vi por suerte». Un sentimiento de desencanto vital se ha estado extendiendo vigorosamente desde el final de la Edad Media, y no es que anteriormente no existiera cierta pesadumbre ante la existencia, pero con la llegada del Renacimiento a Europa el individuo cambió su sacralidad por unas cuantas monedas.

Esto lo previó Dante Alighieri y nos lo demostró en el inicio de su poema épico “La comedia”, que Botticelli renombró como “La divina comedia”. El primer canto se llama ‘El extravío’, desde su título intuimos la crisis espiritual a la que el hombre del fin de la época más oscura estaba por enfrentar. Dante nos dice que en medio del camino de la vida se encontró en una selva oscura, entusiastas de la obra creen que es una referencia a la edad de los treinta, época en la que no se es joven ni viejo y la mayoría están perdidos. Dante se adentra en el plantío, oscuro como la Edad Media, y sin saber hacia dónde simplemente camina. ¿Cuántos de nosotros no hacemos lo mismo? Desde la primera hora del día y hasta el deceso de éste uno acostumbra a conducirse sin juicio.

“La divina comedia” comenzó a ser escrita alrededor del año 1304 y fue terminada en 1321. Dante aparece como el actor de su propio poema quien, después del extravío y de enfrentarse a una pantera, un león y una loba, encuentra dentro de la selva al poeta romano Virgilio, anunciándole que él será su guía a través de las dimensiones trascendentales, entiéndase: el infierno, el purgatorio y el paraíso. La estructura de cada una de estas estaciones es muy similar, están compuestas por niveles o círculos, cuya cuenta gira en torno a los números nueve y siete. También los versos que Dante escribió parecen contener un significado numerológico, pues se estructuran en tercias. El poema está sustentado en el cristianismo, por lo que debe ser leído exotérica o esotéricamente desde este contexto.

¿Cuál es la finalidad de Dante al recorrer estos parajes? Sencillamente purificar su alma que ha sido corrompida por el pecado. El infierno es un abismo que se divide en nueve círculos. El purgatorio está en una montaña que se oculta debajo del mar y, a diferencia de la estación anterior, Dante no desciende, sino que sube. El paraíso contiene nueve círculos, cuando Dante llega a éste Virgilio lo abandona y es ahora Beatriz, su amada, quien lo conduce hacia el Absoluto.

No es fortuito que Dante, el del poema, haya tenido dos guías. El primero representa al conocimiento, al estudio, al intelecto con el que debemos conducirnos por la vida terrenal; el segundo guía simboliza al amor, pues sólo a través de éste podemos aspirar a lo trascendental, las virtudes teologales nos muestran este camino cuando nos enseñan que es necesario tener, fe, esperanza y caridad.

El poema tiene un final abierto, inconcluso como el Absoluto. Dante asciende hasta la última esfera y allí se encuentra con la luz primigenia, en el momento en que sus ojos se posan sobre el Uno la comprensión se aniquila, el intelecto muere y el amor perdura. ¿Qué vio el poeta en aquella llama eterna? Sólo cuando atravesemos nuestra oscura selva lo sabremos.