90 minutos separan a Lobos BUAP, el equipo de fútbol de la Benemérita institución poblana, de la primera división profesional luego de haber vencido por un gol a cero a Dorados de Sinaloa en el estadio universitario.

El estadio olímpico de la institución fue la locura, y más de 22 mil almas que se dieron cita para presenciar el encuentro corearon y vitorearon el triunfo de la jauría.

El rector de la BUAP, Alfonso Esparza Ortiz, fue, sin duda, el Lobo más agasajado.

Y es que sabe perfectamente que está a punto de hacer una gran historia de éxito el posible asenso del equipo de la universidad de sus amores al fútbol mexicano profesional.

Porque la reelección de Alfonso Esparza como rector de la BUAP -por un segundo periodo- ya es un hecho de la mano de Lobos, por lo que ya sólo falta colocarle la cereza al pastel que tanto el rector como el director técnico del equipo, Rafael Puente del Río, se quieren merendar.

Lo que sí deberán analizar a fondo la directiva de Lobos, la BUAP, Esparza y los encargados de la logística del estadio universitario es la organización de los partidos en caso de que Lobos ascienda a la primera.

Particularmente, porque el sábado pasado hubo descontento de algunos aficionados de Lobos, quienes no podían ingresar por ninguna de las puertas del coloso bajo el argumento de que los lugares se habían agotado.

Por falta de comunicación, desesperación, nervios y por la asistencia masiva de poblanos al lugar se cometieron algunos errores en la organización del evento.

Desde luego que es imposible controlar todo al cien por ciento en un evento de la magnitud generada por Lobos; sin embargo, esos errores deberán afinarse para evitar problemas, inseguridad o cualquier altercado si es que el estadio de la BUAP logra ser ya un inmueble de primera división.

Aunado a ello, los poblanos debemos ser un poco más prudentes, conscientes y educados antes esos mismos detalles.

Porque no faltó quien escaló la barda del estadio y se brincó para evitar la revisión y hasta el pago de su boleto.

El Fair play debe ser la política en el estado universitario de la BUAP sólo por el hecho de ser propiedad de una institución de educación superior, y más aún si sus autoridades y sus empleados ponen el ejemplo.

Lo mismo sucede con el orden al interior del estado y ya en el graderío, ya que el fútbol es un deporte de familia al que asisten niños, mujeres, personas de la tercera edad, personas con capacidades diferentes y en general cualquier poblano.

Es necesario que los aficionados del equipo de la BUAP demuestren respeto por el rival y por su porra a la que, si bien se le compite en gritos, cánticos y toda clase de expresión para apoyar a Lobos, se debe respetar.

Lobos BUAP ya demostró que, a pesar de tener el arbitraje en su contra, es un equipo que lucha, pelea y juega por satisfacer a su institución, a sus aficionados y a todos los poblanos.

Ahora le toca a los aficionados que gustan del fútbol que hace la jauría universitaria mostrar respeto y educación a la hora de asistir al estadio.

Por lo pronto, los lobos BUAP y el rector Alfonso Esparza ya tienen un pie dentro de la primera división, ya sólo falta cerrar con broche de oro y ganar el partido de vuelta que se disputará el próximo sábado 20 de mayo a las 21:00 horas en el Estadio Banorte de Culiacán.

Si Lobos gana o empata el partido entraría automática al máximo circuito del fútbol mexicano; en cambio, si Dorados gana por un gol se irían al tiempo extra, mientras que si gana por dos entonces sería el que ascienda a la primera división.

Así que a ganar se ha dicho, Lobos.

¡Los poblanos y aficionados queremos seguir soñando!

 

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Panistas resucitados

En el PAN ya empezaron a resucitar y a aparecer en escena los panistas que se perdieron, desaparecieron o autoexiliaron de Puebla durante todo el sexenio morenovallista.

Ya lo hicieron recientemente Luis Paredes Moctezuma, ex edil capitalino, y Humberto, el tigre, Aguilar Coronado, ex legislador azul.

Llama la atención ahora el encuentro que tuvieron otros panistas resucitados, quienes se vieron el viernes pasado en un conocido restaurante bar de la ciudad, ubicado por el rumbo de la 43 poniente.

Ellos son Roberto Grajales Espina, magistrado, y Ángel Alonso Díaz Caneja, ex senador de la república.

Ambos se sentaron a platicar largo y tendido por espacio de 2 horas.

Comieron, bebieron cerveza y, por supuesto, hablaron de política local, nacional y del 2018.

¿Estará de regreso de España Ángel Alonso por sus fueros?

¿Pretende volver a la escena electoral?

¿Ahora para apoyar a quién?

¿Otra vez al morenovallismo, al galicismo, o al PAN simplemente?

Ya lo veremos.

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