Fue precisamente el pasado 8 de mayo cuando el otrora perredista Eric Cotoñeto Carmona, fiel vasallo del senador petista y seguidor del peje, Luis Miguel Barbosa Huerta, renunció al PRD.

Así es, tras 20 años de militancia, por fin dejó al partido que le dio todo.

Que le dio fama y fortuna a manos llenas.

Partido al que el Dr. Víctor Von Frankenstein y su monstruo, es decir Barbosa y Cotoñeto, le deben lo que son y todo el dinero que tienen.

Ya el tiempo se encargará de premiarles -a ambos- “su nueva lealtad” a Andrés Manuel López Obrador (AMLO), o de cobrar su traición al perredismo -local y nacional-.

Sobre todo porque la perversidad tanto de Barbosa como de Cotoñeto aún los mantiene con un pie dentro del PRD, a pesar de que ambos ya pusieron sus respectivas renuncias en la mesa de la dirigencia nacional.

Ya sólo están en espera de que al seno del sol azteca se defina si hay o no renovación de dirigencias, si hay o no proceso interno, previo a la elección que se avecina en 2018.

Así como lo lee.

Así son de ingratos los perredistas.

Ver para creer.

Después de haber exprimido, ahogado y casi asfixiado al PRD poblano financieramente, ahora el Dr. y el monstruo esperan el momento preciso para dejarlo por completo, o para decidir aguantar un poco más en sus filas a fin de terminar de reventarlo en su totalidad.

Para darle el tiro de gracia.

Y es que si no hay elección interna en el PRD, entonces Eric Cotoñeto probablemente podría recapacitar y finalmente quedarse en su ex partido para hacerle el juego sucio a sus nuevos dueños.

De lo contrario, si hay elección interna, el brazo armado del barbosismo en Puebla ya recibió la orden de abandonar por completo al partido que lo hizo político y poblano.

Y es que el barbosismo no toleraría una derrota por parte de Nueva Izquierda.

La orden de Barbosa es que sólo Socorro Quezada Tiempo, actual dirigente estatal del PRD, se atrinchere y se mantenga en su posición para cuidar lo poco que le queda al FIP, a su corriente en el sol azteca.

Esas fueron las instrucciones del senador petista, quien desde la cámara alta del Congreso de la Unión sigue decidiendo la vida de su ahora ex partido en el estado.

Meses atrás, el mismo Luis Miguel Barbosa le ordenó a “la regidora totalmente palacio”, Gabriela Viveros González, dejar las filas del PRD para sumarse a Compromiso por Puebla.

Esto a fin de mantenerlo al tanto de lo que opera el morenovallismo en aquel partido dirigido ahora por Ángel Trauwitz Echeguren.

La orden fue la siguiente: renunciar al PRD, no sumarse todavía a Morena pero sí infiltrarse como una aliada más del morenovallismo para escuchar, ver y tomar nota de las acciones del enemigo.

Perversa pero muy inteligente la orden de Barbosa.

Así que el barbosismo se mueve.

Y se mueven bien.

Y, como siempre, los perredistas pro morenovallistas se duermen en sus laureles.

Ni Carlos Martínez Amador, director del Colegio de Bachilleres; ni Jorge Benito Cruz Bermúdez, director del Capcee; ni Luis Maldonado Venegas, han reaccionado bien, ni para su conveniencia, ante la renuncia de Cotoñeto.

Mientras, Cotoñeto sigue a pie juntillas y con eficiencia las órdenes de Barbosa.

Por ello ya sostuvo sendas reuniones con Gabriel Biestro Medinilla, líder de Morena en Puebla, para ponerse a las órdenes de AMLO y para sumarse a su estructura.

Así que Cotoñeto y su gente están a punto de dejar las oficinas del FIP, ubicadas en 29 oriente #1609 de la colonia El Mirador.

Ya terminaron de sacar sus cachivaches.

Su huida a Morena la están por consumir.

Ya sólo es cuestión de tiempo.

Pobre PRD.

Ni hablar, los traidores nunca anticipan su ataque.

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