Si la relación de las autoridades con la prensa se encuentra afectada, si a la sociedad se le niega el derecho a mantenerse informada, no es de extrañarse que también estén afectados otros tantos sectores desde el ejercicio del poder.

Es verdad la gran exigencia que pesa sobre estos profesionales, de emitir una información veraz, confiable, de alto contenido social, formadora de opinión, pero también debe ser un hecho el respeto que se debe imponer a esta labor y a las vidas de quienes la ejercen.

La ciudadanía debe tener garantizado el derecho a la información, el derecho a saber a conocer desde diversas trincheras lo que los gobiernos realizan, en qué trabajan, cómo están ayudando a la gente, puesto que es el objetivo de sus cargos.

¿De qué manera podemos lograr esta información el común de los mortales? Pues a través de los medios de comunicación, de la labor que realizan los periodistas, aunque de repente ponen el dedo en la llaga, tal vez sin querer, ocasionando una reacción en cadena que más de una vez ha llegado a una fatal conclusión. Pero estos hechos no son solamente un atentado a un individuo, es un atentado a la sociedad, al derecho y la libertad de expresarse y de informarse.

Los números son devastadores, tanto de las agresiones que se cometen como de la omisión de la justicia, tan solo en lo que va de este año seis reporteros han sido asesinados, el año pasado fueron once, mientras que en lo que va del presente sexenio administrativo 36 reporteros han muerto por su labor.

No hay que olvidar que recientemente un equipo de siete reporteros sufrió un ataque a manos de un grupo armado en Guerrero (100 al menos), en el que les robaron su equipo y fueron amenazados por ejercer su labor.

La impunidad en estos casos registra un 99.75 por ciento, según datos del Instituto Belisario Domínguez, del Senado de la República.

Diversas instancias y organismos como Reporteros Sin Fronteras, dan la voz de alarma y exigen poner fin a esta situación y reforzar mecanismos de protección y define como “un estado de emergencia” lo que viven los periodistas en México.

Por tal motivo debemos estar indignados y no solo basta con pedir justicia, es necesario reclamar seguridad, honestidad, incorruptibilidad, para que estos hechos tan vergonzosos dejen de ocurrir en tantos rincones de nuestro país, no más agresiones a periodistas.