En la película Cruzada o “Kingdom of Heaven” del año 2005 que versa sobre los acontecimiento de la 2ª o 3ª cruzada en el siglo XII, hay un escena en la que el Rey cristiano de Jerusalén habla con Balian, personaje principal que llega a ser caballero cruzado por cuestiones fortuitas, mientras tienen una partida de ajedrez que a la luz del diálogo representa la vida de cualquier hombre o mujer: “Verás, ninguno de nosotros elige su fin realmente. Un rey puede mover a un hombre, un padre puede reclamar a su hijo, pero recuerda que aún cuando los que te mueven sean reyes u hombres de poder solo tú tienes custodia de tu alma, pues cuando estés ante Dios no puedes decir otros me dijeron que hiciera eso o que la virtud no era conveniente en ese momento”
Estas palabras plantean el eterno dilema del hombre a lo largo de la historia: la relación que tiene con su conciencia, que tanto escuchan las personas ese juez interno que les avisa cuando una acción no es adecuada y cuál es la excusa utilizada para no hacerlo.
Si bien la conciencia ha sido presentada por Disney de forma muy simpática en la forma de Pepe grillo, bien vale decir que es un tanto equivocada ya que si se hubiera tenido que dibujar a la conciencia de forma estricta hubiera sido un pequeño Pinocho, así es, Pinocho se habla a sí mismo; no en el sentido de escuchar solo que se quiere, ósea como autoengaño, sino en el sentido de poner atención a esa capacidad que tenemos de reconocer las acciones que van de acuerdo a nuestra humanidad, en otras palabras: lo que nos hace ser mejores.
Es claro que hoy la escucha de la conciencia moral no esta a la alza, no porque ya no exista o porque hayamos evolucionado sin ella, sino porque desde muy temprana edad nos educan para no escucharla, nos proporcionan unos grandes tapones auditivos que se llaman ambigüedad moral, falta de disciplina, falta de reflexión, carencia de lectura, por mencionar algunos; y a aquellos que logran superar esto y mantener una conexión con ella sufren de la marginación porque “por andar de santos no se ponen listos” y “dejan pasar oportunidades”. Hay acciones que siempre irán en contra de nuestra humanidad, y no porque muchos las hagan se convierten en cosas buenas.
El filósofo Hegel menciona que la conciencia es el llamado al cuidado de nuestra propia existencia, y en lo personal lo considero con un hermoso recordatorio: tenemos que cuidar nuestra existencia y para eso tenemos que escuchar, es decir, escucharnos sobre lo que nos conviene para ser mejores personas; en ningún momento he dicho que esto de escuchar y obedecer a la conciencia es sencillo, tomando en cuenta que pareciera que hoy configuramos una sociedad en la que los sistemas nos están hechos para la verdad si no para la mentira, pero no porque algo sea difícil quiere decir que no valga la pena o no sea posible, sobre todo si nos estamos jugando la vida. Ahora, debemos cultivar la conciencia , educarla a través de lecturas enriquecedoras y pláticas que ennoblezcan, poner a nuestra disposición los mejores medios para que nuestro criterio rico.
Es momento de decir basta a la eterna excusa: “hacer el bien es complicado”. Siempre es momento para la verdad y el bien, porque el hecho es de que estamos hechos para ambos por eso siempre nos airamos ante la mentira (aunque más ante la ajena que la nuestra) y buscamos el desenlace exitoso de nuestros proyectos (aunque en ocasiones esto pudiera ponerse en duda: solo ven la gran cantidad de relaciones destructivas que existen hoy por mencionar un ejemplo).
Para una mejor sociedad se necesitan personas conscientes, es momento de poner manos a la obra para reconstruir las raíces de nuestra ética.