Marco Antonio Guevara López es afortunado porque cuenta con una familia de más de 30 integrantes en la Casa del Estudiante Apizaquense, un espacio educativo con formación académica, psicológica y cultural donde ofrece diversos talleres culturales además de estancia a jóvenes estudiantes de escasos recursos que “tienen hambre de crecimiento”.
Esta labor altruista la realiza desde hace más de nueve años, con el apoyo de conocidos que le proporcionan recursos materiales y hasta económicos para que alumnos de educación media superior y superior logren sacar sus estudios y se conviertan en personas con un futuro, pues en sus hogares se ve truncado por la falta de recursos económicos o porque simplemente no hay la oportunidad de contar con escuelas cercanas.
Al conversar con Síntesis para la sección Orgullo Tlaxcalteca, lo hace relajado y con la mirada de los jóvenes quienes lo escuchan atentos con muestra de admiración y respeto.
Él nos comparte que el método que aplica con los jóvenes es muy sencillo, pues lleva como lema “el arte y la cultura son nuestra bandera”, además de otros elementos como “la solidaridad, el respeto, la disciplina, honestidad, comunicación y la bondad que en la sociedad de México se está perdiendo”.
“La cultura está sepultada”
El maestro de Arte, Historia y Taller de Lectura y Redacción lamenta que “hoy en día la cultura está sepultada, nosotros creemos que la cultura a través de los tiempos es una forma de crecimiento a través de la historia y de los tiempos ningún hombre, ninguna organización ha podido modificar o manipular el arte y por eso mismo nosotros llevamos la cultura como un estandarte”.
Marco es originario de Apizaco y es licenciado en Cultura de las Artes, e imparte diversas materias en el bachillerato de la comunidad de Santa María Sotoltepec, en el municipio de Ixtacamaxtitlán, Puebla, donde observó la necesidad de los jóvenes para seguir estudiando, sin embargo, por la falta de recursos en su familia sus sueños se ven frustrados y así comenzó con su proyecto, pues empezó con nueve jóvenes que habitaban en su casa propia, que al final ya resultó insuficiente (pues no cabían).
Actualmente las condiciones no son las mejores, porque duermen en colchonetas en el piso pues carecen de camas o literas para descansar, además que no tienen utensilios para preparar su alimentos, tienen una estufa que les fue donada y una tabla que la hace de mesa, sin embargo, eso no les limita, mientras observan que existen proyectos educativos donde ponen luz y lámparas, pero son escuelas educativas matutinas, “donde nunca van a encender un foco”, manifestó.
Por lo anterior, expone que en esta casa del estudiante hay necesidad “y hay jóvenes talentosos, hay jóvenes que tienen hambre de crecimiento y tienen hambre de convertirse en unos héroes, que tienen hambre de romper modelos y estereotipos falsos que hay en sus comunidades”.
Trabajo en equipo
Para lograr cubrir gastos, los jóvenes venden dulces en sus instituciones educativas o en lugares concurridos, además con la creación del Ballet Folklórico de Apizaco de la Casa del Estudiante Apizaquense, así como su grupo musical y el apoyo de conocidos, es como subsisten porque a la fecha ni las autoridades municipales ni estatales los voltean a ver.
En estos años son más de 100 jóvenes estudiantes los que han pasado por este lugar, concretando una carrera como ingenieros en mecatrónica, ingenieros químicos, licenciandos en psicología, en educación especial, licenciados en educación, en derecho, además de médicos y cuando su tiempo se los permite “no se olvidan de nosotros, contribuyen a la casa con su tiempo y conocimientos”, esto le genera una enorme satisfacción a Marco, quien asegura que si tiene otra vida no dudaría en volver a ayudar.
Recuerda que muchos de ellos, simplemente llegaron a las actividades culturales a los 15 y 16 años, terminaron su bachillerato y universidad y están contribuyendo a la casa.
El joven de 37 años, se siente orgulloso de este proyecto social que tiene y no se arrepiente de contribuir a que los jóvenes continúen con sus estudios sin caer en problemas de adicciones o drogadicción.
En la “casa”, se tiene un reglamento que desde el primer día que ingresan se les da a conocer, con el único objetivo de hacerlos conscientes y responsables en todo lo que realizan, pero sobre todo “que cumplan con ellos mismos y no se defrauden en la vida”.
Se encargan de realizar diversas actividades, “no hay ocio que es lo que nos perjudica, cuando todos han terminado sus tareas llega el momento de hacer los círculos de lectura y el tener ciertos momentos juntos como familia, con lecturas, con películas educativas, videos educativos, eso hace un poquito diferente esta casa, en esta casa para nosotros, nuestra cultura es la bandera, la cultura tiene voz y a través de las actividades que nosotros hacemos”.
Orden y reglas
El orden y acatar las reglas es un factor importante para quienes permanecen en ese lugar, “todos, tenemos un reglamento, roles de aseo y somos estrictos y ellos saben que si en algún punto fallan automáticamente tienen que salir porque es una responsabilidad muy grande, los padres de familia nos dan la confianza de que ellos estén aquí en esta casa preparándose y tenemos que ser conscientes y entregar un proyecto satisfactorio en la carrera que ellos escojan”.
Los alumnos que se encuentran en este espacio donde la renta se paga con el salario de Marco y más participantes, además de la venta de dulces y las presentaciones que lleguen a realizar en el ballet, apenas da para cubrir gastos de luz y comida, de ahí la importancia de que haya más personas que contribuyan a esta labor altruista.
Agradece a su esposa y dos hijos el tiempo que sacrifican para acompañarlo en esta acción, pues tiene un sueño más y éste corresponde a poder contar con un inmueble propio donde no tuviera que pagar renta, por lo que hizo el llamado a las autoridades correspondientes para que realmente apoyen a la educación y a estas acciones que no tienen ningún fin lucrativo.