El arqueólogo mexicano Eduardo Matos Moctezuma, explicó que en el predio de Guatemala número 16, del ahora Centro Histórico, expertos del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) hallaron el templo dedicado a Ehécatl, el dios del viento en la Gran Tenochtitlan.

Por su parte, la secretaria de Cultura federal, María Cristina García Cepeda, aseguró que el gobierno de la República refrenda su compromiso en favor de la protección de todo el patrimonio arqueológico de México, al tiempo que señaló que en los recientes hallazgos está una cancha de juego de pelota en la que, según crónicas antiguas, jugó Moctezuma.

Matos Moctezuma explicó que a través del Programa de Arqueología Urbana (PAU), en distintos lapsos se ha efectuado la liberación del edificio dedicado al dios mexica del viento, de más de 30 metros de longitud. “También se descubrió una plataforma de nueve metros de ancho, delimitada por el cabezal poniente de la cancha del juego de pelota”.

A escasos centímetros del excepcional descubrimiento, mencionó que en los últimos siete años, el PAU ha identificado a plenitud esa edificación, estructura rectangular de 34 a 36 metros de longitud que en su parte posterior tiene adosados dos cuerpos circulares, el mayor de 18 metros de diámetro, y se encuentran separados por un andador de 1.10 metros.

Añadió que durante las labores en Guatemala 16, a espaldas de la Catedral Metropolitana, el PAU descubrió también una plataforma de nueve metros de ancho limitada por el cabezal poniente de la Cancha del Juego de Pelota.

En este espacio, alineado al adoratorio del dios guerrero Huitzilopochtli (el cual junto con el dedicado a Tláloc se hallaba en la cima del Templo Mayor), se detectaron restos de una escalinata por donde debieron ingresar los combatientes a la cancha ritual.

De acuerdo con Matos Moctezuma, conforme a la evidencia de tres etapas constructivas detectadas hasta ahora por el PAU, ambos edificios estuvieron en uso por lo menos desde el año 1481, durante el gobierno de Tízoc, y en los subsecuentes mandatos de Ahuízotl y Moctezuma Xocoyotzin, hasta el año 1519, coincidiendo con la llegada de los españoles.

Los dioses mexicas combatían entre sí, pero también se tendían la mano, y los templos de México-Tenochtitlan expresaban esa simbiosis.

Frente al adoratorio de Tláloc, deidad fecunda que residía en el Templo Mayor, estaba el Templo de Ehécatl, divinidad que con sus vientos benignos barría los cielos y atraía la lluvia, informó a Notimex el arqueólogo Raúl Barrera, del INAH, quien en 2010 halló estos vestigios de más de 500 años de antigüedad.

“Las fuentes históricas refieren que Hernán Cortés conoció el Recinto Sagrado de Tenochtitlan en compañía del tlatoani Moctezuma Xocoyotzin, quien le dio un recorrido por sus principales edificios, e incluso se dice que tuvo la oportunidad de observar el desarrollo de un juego de pelota, cuyos restos ha ido verificando el PAU en distintos salvamentos arqueológicos”, añadió Barrera.

Bajo el piso de una escalinata remetida a la plataforma que limita al norte el juego de pelota, los arqueólogos ubicaron la única ofrenda ritual hallada hasta ahora en las excavaciones en Guatemala 16. Estaba conformada por varios grupos de cervicales humanas que aún guardaban su posición anatómica, y correspondían a 30 individuos cuyas edades oscilaban desde infantiles hasta juveniles.

La sección del Templo de Ehécatl que se observa al fondo sólo corresponde a una cuarta parte de su totalidad. Los frailes Durán y Torquemada mencionan en sus crónicas el templo dedicado al dios del viento, como un edificio circular con acceso al oriente y techo cónico de paja y cuando los sacerdotes entraban en él emulaban internarse en las fauces de una serpiente porque su acceso y el templo en sí, eran la representación de este animal.

El PAU ha comprobado buena parte de lo citado en fuentes históricas, por lo que el conocimiento y la preservación del Templo de Ehécatl y del juego de pelota es fruto de la colaboración de varios profesionales, quienes se han comprometido con su rescate en diversas temporadas de trabajo en los últimos siete años, anotó luego Matos Moctezuma.

Desde hace 25 años, en el corazón de la Ciudad de México, el PAU rescata y protege lo que permanece de la fama y la gloria de la antigua México-Tenochtitlan, una ciudad que perduró dos siglos, entre 1325 y 1521. En los últimos años, este proyecto del Museo del Templo Mayor ha visto incrementar la cantidad de hallazgos.

“Como se sabe, consumada la conquista, los edificios tenochcas fueron desmantelados paulatinamente en sus etapas superiores para construir la capital virreinal”, concluyó el arqueólogo Matos Moctezuma, notoriamente emocionado por este hallazgo que viene a dar “una nueva luz a lo que hasta hoy sabíamos de nuestra cultura original”.