Los jóvenes juegan un papel primordial para reflexionar y combatir los mensajes que incitan, cada vez, más al discurso de odio en espacios físicos y digitales, como las redes sociales, consideró Omar Bernardo Ojeda López.
Omar, de 27 años de edad, es uno de los 35 jóvenes de México, Estados Unidos y Canadá que participaron la semana pasada en el Primer Campamento Nacional Frente al Discurso de Odio.
La finalidad de reunirse en Casa Xitla, al sur de la Ciudad de México, fue intercambiar reflexiones y conocimientos sobre los prejuicios y estereotipos que, de manera conjunta, componen el discurso de odio y favorecen la discriminación.
El joven dijo que si bien el problema está presente en los espacios físicos, hoy en día es cada vez más visible en los mensajes difundidos a través de Internet y las redes sociales, en donde los jóvenes tienen más acceso.
“Estamos siendo bombardeados por estas ideas discriminatorias o que tienen una carga increíble de estereotipos y prejuicios; (después) hacen que las reproduzcamos”, expuso.
Esta situación conduce a problemas de violencia, discriminación y estigmas que les pueden perseguir desde el momento de ser difundidos en las redes sociales, comentó la directora general adjunta de Vinculación, Cultura y Educación del Conapred, Tania Ramírez Hernández.
“Es una práctica que no sólo se queda en el espacio virtual, sino que trasciende y afecta el ámbito, tanto público como privado, de las personas”, expuso la representante del Consejo Nacional para Prevenir la Discriminación (Conapred), al señalar que esta presión es capaz de conducir al suicidio.
De acuerdo con datos de Hatebase, el repositorio online más grande del mundo de las expresiones de odio, México ocupó el noveno lugar entre los países que más conceptos de odio había registrado en 2013.
Entre las expresiones más recurrentes estaban las relacionadas con la etnicidad, así como la orientación sexual.
Este año, el estudio arrojó que cinco de cada 10 palabras de frases de odio estuvieron vinculadas a la nacionalidad, con 26 por ciento; a la religión, con 6.8 por ciento, y el volumen restante a género, orientación sexual y clase.
Ante esta situación, Ramírez Hernández hizo énfasis en la importancia de generar una contranarrativa y desarticulación de los mensajes para evitar “desenlaces fatales”.
Omar exhortó a los jóvenes a reflexionar sobre los mensajes o las publicaciones de las redes sociales antes de comentar o compartirlos. “En qué ayuda al desarrollo de la sociedad, aporto algo y abono algo”, cuestionó.