El Vaticano se mostró abierto a la posibilidad de retomar su rol de mediador en un diálogo entre el gobierno y la oposición en Venezuela, pero condicionó esa alternativa a la realización de elecciones “constitucionalmente previstas” en ese país.
Esta posición quedó clara en una carta que envió el “número dos” de la Santa Sede, el secretario de Estado, Pietro Parolin, a un grupo de expresidentes de América Latina que escribieron al Papa Francisco preocupados por la situación en Venezuela.
Los exmandatarios Laura Chinchilla y Miguel Ángel Rodríguez (Costa Rica), Luis Alberto Lacalle (Uruguay), Mireya Moscoso (Panamá), Andrés Pastrana (Colombia), y Jorge Quiroga (Bolivia), se dirigieron al Papa Francisco a través de la Iniciativa Democrática de España y las Américas (IDEA).
“En la actualidad, la Santa Sede continúa considerando que una negociación seria y sincera entre las partes, basada en unas condiciones muy claras, comenzando por la celebración de las elecciones constitucionalmente previstas, podría solucionar la grave situación de Venezuela”, respondió el purpurado en una misiva con fecha del 13 de junio.
Agregó que el Vaticano ha hecho “todo lo posible” para alcanzar un acuerdo político entre las partes, que concrete una salida democrática, pacífica y viable a la crisis venezolana, desde la posición a la cual fue invitado tanto por el gobierno como por la Mesa de Unidad Democrática (MUD).
Esos esfuerzos, insistió Parolin, fueron realizados por voluntad del Papa y en comunión con los obispos del país.
Según el purpurado, “no puede caber duda alguna” de que las condiciones para un regreso al diálogo son pedidas de manera directa por Francisco y quedaron plasmadas en una carta que él mismo firmó, el 1 de diciembre de 2016, a nombre del pontífice “y por disposición suya”.
Aquella misiva sorprendió por la rudeza de sus términos, después que la Santa Sede había accedido a fungir como mediador en un diálogo que apenas duró unas semanas y que se estancó por la negativa del gobierno del presidente venezolano Nicolás Maduro a cumplir diversos puntos.
Así, la carta de Parolin exigió: Apertura de un canal humanitario para el ingreso de alimentos y medicinas, respeto a la Asamblea Nacional, liberación de los presos políticos, y convocatoria a elecciones generales.
Maduro jamás respondió y el diálogo nunca se retomó. No obstante, tanto la Santa Sede como los obispos venezolanos continuaron monitoreando la situación, cada vez más caótica con 70 días de protestas opositoras que han dejado al momento 69 muertos.
En los últimos 15 días la diplomacia vaticana volvió a ponerse en marcha con reuniones de primer nivel en Roma.
El 31 de mayo pasado, Julio Borges, presidente de la Asamblea Nacional, y Stalin González, jefe de la Fracción Parlamentaria de la Unidad Democrática, sostuvieron un encuentro con el secretario de la Estado vaticano, Parolin.
Según indicó González en su perfil de la red social Twitter, la Santa Sede “tiene conocimiento que las protestas en el país son organizadas por un pueblo que busca respeto a la Constitución”.
“Nosotros confiamos y creemos que la Santa Sede quiere una pronta solución a la crisis y a los padecimientos que vivimos lo venezolanos”, destacó.
De esa reunión, el Vaticano no informó oficialmente ni difundió fotografías. Pero, fuentes de alto nivel dijeron a Notimex que Borges anticipó la posibilidad de reabrir una vía de diálogo con representantes del gobierno.
La Santa Sede no dio una respuesta definitiva a esa opción, y ocho días después el Papa Francisco se reunió en privado con la cúpula de la Conferencia Episcopal Venezolana (CEV), que reúne a los obispos del país sudamericano.
De ese encuentro, que tuvo lugar el pasado 8 de junio, los obispos salieron fortalecidos. Lanzaron duras críticas contra el régimen de Maduro, calificaron de “erradas” sus políticas y denunciaron que su objetivo es doblegar al pueblo privándolo de alimentos y medicinas.
El presidente de la CEV, Diego Padrón, recordó que el diálogo en la actualidad no existe y si bien la Iglesia puede llamar al reconocimiento de ambas partes, también exigirá el cumplimiento de los cuatro puntos de la carta de Parolin.
“Hoy el diálogo en Venezuela quiere decir escuchar al pueblo, tener un gran respeto por la decisión del pueblo”, puntualizó.
Como respuesta a ese encuentro entre el Papa y los obispos, el presidente Nicolás Maduro decidió enviar una carta al pontífice en la cual atribuyó la violencia a las “fuerzas de las tinieblas”, y a una “derecha apátrida” que pretende –según dijo- sumir al país en un “clima de odio generalizado”.
Además, el mandatario invocó la intervención de Francisco, así como su “concurso activo y orientador”, para abrir “una nueva etapa de diálogo nacional”.