El procurador general de Brasil presentó una acusación formal por corrupción en contra del presidente Michel Temer, la primera vez que un mandatario en funciones de la nación más grande de Latinoamérica enfrenta cargos penales.

La acusación formal del procurador Rodrigo Janot es la más reciente en una serie de pugnas cada vez más intensas entre Temer y funcionarios judiciales a cargo de un caso de corrupción a los más altos niveles.

El nuevo caso pasa ahora a la Cámara de Diputados, que debe decidir si cuenta con los méritos suficientes. En caso de que dos terceras partes de la cámara baja decidan que los tiene, Temer será suspendido por hasta 180 días en lo que se realiza un juicio. El presidente de la cámara baja, Rodrigo Maia, aliado de Temer, se convertiría en el mandatario interino.

En su decisión, Janot dijo que, en algún momento entre marzo y abril de este año, Temer recibió un soborno cercano a los 150 mil dólares por parte de Joesly Batista, expresidente de la empresa empacadora de carne JBS.

Janot abrió el mes pasado una investigación contra Temer por corrupción, obstrucción de la justicia y pertenecer a una organización criminal. Salió a la luz una grabación en la que aparentemente se capta a Temer en una conversación con Batista en la que aprueba el pago de un soborno al expresidente de la cámara baja Eduardo Cunha, un antiguo aliado de Temer quien cumple una condena de 15 años de prisión por corrupción. Batista concretó un acuerdo de culpabilidad con la procuraduría federal.

Temer ha negado haber cometido delito alguno y dijo que se rehúsa a renunciar pese a la constante presión y a su popularidad en declive.

La decisión de Janot de presentar únicamente la acusación por corrupción podría ser una estrategia para obligar a la Cámara de Diputados a resolver el tema, antes de tener que considerar las demás denuncias.

Los aliados de Temer están indecisos sobre si mantener su respaldo al asediado líder o distanciarse debido a los temores de que sus vínculos les resulten perjudiciales durante las elecciones del año entrante.

A primeras horas del lunes, Temer buscó demostrar que su gobierno seguía trabajando como de costumbre, señalando en tono desafiante que no iría a ningún lado. Fueron sus primeros comentarios desde que regresó de una gira por Rusia y Noruega la semana pasada, visitas que estuvieron llenas de pifias y malas noticias.

«Nada nos destruirá. Ni a mí ni a mis ministros», dijo Temer durante una ceremonia de promulgación en la capital, Brasilia.

El presidente también dijo que el Congreso debe de seguir adelante con sus propuestas para reformar leyes laborales y el sistema de pensiones, medidas nada populares que tienen como fin reactivar la economía más grande de Latinoamérica.

«No hay Plan B. Tenemos que seguir adelante», dijo.

Los viajes de Temer a Rusia y Noruega terminaron resaltando los problemas del presidente y la deteriorada reputación de Brasil en el extranjero debido a un flujo constante de escándalos de corrupción en los últimos tres años.

Pocas personas llegaron a la recepción de la embajada de Brasil en Moscú, ningún alto funcionario noruego recibió a Temer en el aeropuerto de Oslo y la primera ministra de Noruega, Erna Solberg, criticó a Temer en público sobre la colosal investigación conocida como «Autolavado» que ha sacudido la política brasileña y podría incluso llevar a Temer y a varios miembros de su gabinete a la cárcel.

La pesquisa que comenzó en marzo de 2015 en torno a miles de millones de dólares en contratos inflados y sobornos a políticos ha enviado a decenas de brasileños prominentes a prisión, y amenaza con encarcelar a varios más.

«Estamos muy preocupados por la pesquisa ‘Autolavado’», dijo Solberg, agregando que era importante que Brasil «limpiara» la corrupción.

Encima de eso, Noruega anunció que recortaría en 50% los fondos que otorga a un fondo para el bosque tropical de la Amazonía brasileña debido al aumento de la deforestación. El aumento de la deforestación comenzó antes de que Temer asumiera la presidencia el año pasado, pero algunos ambientalistas argumentan que sus políticas están agravando la situación.

«Fue un viaje para distraer a la gente de los problemas en la política», dijo Mauricio Santoro, profesor de ciencias políticas de la Universidad Estatal de Río de Janeiro. «Terminó siendo un desastre».

Temer, quien asumió la presidencia el mayo del año pasado, después de que la expresidenta Dilma Rousseff fue destituida, ahora goza de la infame distinción de tener el índice de aprobación más bajo para un presidente desde 1989.

El instituto encuestador Datafolha dijo durante el fin de semana que solo el 7% de los encuestados aprobaron la gestión de Temer, la aprobación más baja desde que el país cayó en una crisis de hiperinflación durante el gobierno del presidente Jose Sarney.

Incluso aliados incondicionales han comenzado a distanciarse de Temer.

El expresidente Fernando Henrique Cardoso, quien inicialmente apoyó a Temer y es un importante líder de un partido menor en su coalición, dijo el lunes en un artículo publicado en el diario Folha de S.Paulo que el mandatario podría poner fin a esta crisis convocando a elecciones anticipadas, y no aguardar hasta que finalice su periodo en 2018.

“Le suplico al presidente que medite la oportunidad de un gesto de tal grandeza”, escribió Cardoso.