El pleito legal entre el Poder Legislativo local y el panista-yunquista Eduardo Rivera Pérez ya se puso sabroso.

Empezó a sacar chispas y promete un final inesperado.

Inesperado porque no se sabe aún si la judicatura federal va a darle la razón por completo al ex edil capitalino y le permitirá participar, tal como él quiere, en los comicios del 2018.

El caso todavía no está ganado por nadie.

La pelea entre ambas partes, así como la inhabilitación por 12 años para desempeñar cualquier cargo de elección popular y la multa por 25.5 millones de pesos que se le adjudicó al edil, avalada por la Auditoría Superior del Estado (ASE), aún no se libran totalmente.

Por lo pronto, eso sí, Eduardo Rivera ya recibió dos noticias: una buena y una mala.

La primera -la buena- es que ganó un amparo que le permite que la sanción impuesta por el Congreso en su contra no se inscriba en el Registro Estatal y Nacional de Servidores Públicos Sancionados.

Una noticia que le da vida y oxígeno, sin duda.

Y es que esto mantiene intactos y a salvo sus derechos políticos, partidistas y legales. Lo que le facilita moverse sin problema alguno como un aspirante.

Empero, el pleito legal del panista, insisto, aún sigue vigente.

Ganó momentáneamente un amparo para no ser un sujeto oficialmente sancionado y con la prohibición de aspirar a un nuevo cargo.

Porque el resolutivo, tal como lo dice el líder del Congreso del Estado, Jorge Aguilar Chedraui, es una “medida cautelar” que, aunque lo niegue, por supuesto es un revés para el Poder Legislativo.

Por cierto que a ver si al diputado, también panista, no se le voltea el chirrión por el palito y le vuelve a quedarle mal a los poblanos.

Porque ya son muchas pifias por parte del Congreso.

Una más minaría las propias aspiraciones de Jorge Aguilar de cara al 2018, las cuales apuntan al Ayuntamiento de Puebla.

Mientras tanto, Eduardo Rivera sigue dando la batalla para sumar un triunfo más.

Victoria, eso sí, que podría verse empañada con la mala noticia de no poder ser candidato de su partido al gobierno del estado el próximo año.

Porque esa es la segunda noticia -la mala-.

Y es que una cosa es que Eduardo Rivera gane el pleito legal que enfrenta con el Congreso del Estado para librar las sanciones en su contra y poder ser candidato en 2018, y otra que le permitan ser candidato de su partido.

Cosa que veo casi imposible.

Y es que aunque el ex munícipe logre librar la aduana que le impuso la ASE y el Congreso poblano, el morenovallismo hará todo lo posible por dejarlo fuera de toda posibilidad de ser un abanderado más panista.

De más está decir que el grupo que posee el ex gobernador Rafael Moreno Valle Rosas dentro del PAN es mucho más grande que el de Eduardo Rivera, al cual sólo con el número podría bloquearlo.

Además, las dirigencias municipal y estatal del PAN están controladas y encabezadas por los soldados morenovallistas.

Así que si Lalo Rivera no es candidato del PAN a la gubernatura lo tendría que ser de otro partido.

¿O será que busque la vía independiente?

¿O de plano le apostaría a otro cargo?

Lo interesante, de darse ese escenario, sería la nueva ruta que tome el panista si es que en el PAN poblano lo siguen vetando.

Eso sí, Eduardo Rivera podría hacer la travesura  de participar en otro partido como candidato, como independiente o como comparsa de otra fuerza política a fin de jalar el voto azul y debilitar al abanderado o abanderada de Acción Nacional.

¿Verdad que el pleito entre Lalo y el Congreso ya se puso bueno?

Hagan sus apuestas.

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