“¿Dónde están y dónde van a reposar eternamente las cenizas de mi padre? No lo sé, pero su recuerdo, su memoria y todas sus enseñanzas, las llevo en la piel, en la sangre y en el corazón; ahí vivirá siempre”, respondió Ximena Cuevas, hija del pintor y escultor mexicano José Luis Cuevas, quien murió ayer en esta ciudad.
Entrevistada por Notimex al término del homenaje que la Secretaría de Cultura federal y el Instituto Nacional de Bellas Artes (INBA) rindieron esta tarde al artista plástico, Ximena Cuevas aseveró que nunca estuvo ni estará lejos de su padre. “Es mi sangre, es mi piel, mi sentido del humor y de creatividad… es mi padre”, dijo.
Todavía emocionada por las muestras de solidaridad y apoyo que cientos de personas le dieron durante la ceremonia llevada a cabo en el Palacio de Bellas Artes, hasta donde los asistentes la colmaron de vivas y vítores, Ximena expresó que lo que sigue es acordarse siempre de él y poner en un lugar divino el legado de José Luis Cuevas, el gran artista.
La entrevistada dejó ver que entre los planes conjuntos que ella y sus hermanas Mariana y María José Cuevas tienen para el corto plazo, está realizar un video documental que recupere toda la fuerza y belleza de lo que fue José Luis Cuevas, tanto en su calidad de ser humano como en sus facetas de buen padre, amigo, artista y excelente ciudadano.
De acuerdo con Ximena Cuevas, quienes tuvieron la suerte de conocerlo y estar cerca de él saben perfectamente que fue el mejor narrador, un magnífico imitador, un espléndido histrión, un conquistador extraordinario y un charlista maravilloso. “Los domingos, la casa de mis papás, José Luis y Bertha, era una casa abierta para quien quisiera visitarlos”.
Recordó que José Luis Cuevas recibía a amigos, colegas y familiares en bata, a quienes obsequiaba con lo mejor de sí mismo porque también era un singular émulo de Anfitrión. “La casa estaba abierta y las tertulias eran una cosa lindísima”, finiquitó Ximena Cuevas, quien bajo la lluvia de esta tarde en el centro de la ciudad, partió orgullosa.