Por Bryan Lowry

El final está cerca para Game of Thrones, y eso explica por qué el estreno de la séptima temporada mostró un sentido de urgencia y propósito que a veces faltó en los estrenos del pasado.

No se desperdició ni una escena, advirtiendo de que aunque el invierno ya está aquí, para los fanáticos este promete ser un caluroso verano.

Con 13 episodios por delante repartidos en dos temporadas para terminar la serie, no hay mucho tiempo que perder. A pesar de que la adaptación de HBO de la historia de George RR Martin nunca perdió el tiempo, en el episodio del domingo cada escena avanzaba notablemente la historia más grande -o, en el caso de Arya Stark (Maisie Williams) imponiendo su venganza por la Red Wedding (Boda Roja)– compensó fabulosamente lo que sucedió antes.

A la vanguardia de todo esto está Jon Snow (Kit Harington), reuniendo a las fuerzas del Norte ante la batalla contra una amenaza existencial de los White Walkers (los Caminantes Blancos) y el ejército de los muertos. En otra parte, la reina Cersei (Lena Headey) todavía está luchando en la última guerra, buscando maneras de consolidar su poder mientras ve enemigos potenciales por todos lados.

Aunque Game of Thrones se ha centrado en aquellos que luchan por el poder, este episodio también iluminó a la gente común atrapada en la brutal lucha de este mundo místico por la supervivencia. Eso incluyó tanto el encuentro de Arya con un grupo de soldados, como el que su antiguo compañero de viaje, The Hound (El Perro, Rory McCann, simplemente fantástico en este episodio), se viera obligado a volver a visitar el hogar de un campesino al que había victimizado cruelmente.

Los escritores también continúan divirtiéndose considerablemente con el amigo bárbaro de Snow, Tormund (Kristofer Hivju) y su lujurioso interés en la imponente Brienne (Gwendoline Christie).

Si hubo una pequeña objeción que registrar en esta espléndida hora de televisión, el cameo del cantante Ed Sheeran -interpretando a uno de los soldados rebeldes de Arya- aunque lindo, se sintió como el tipo de artimaña al que la serie no necesita recurrir.

Por otra parte, debido a su enorme popularidad, Game of Thrones opera en medio de un frenesí mediático implacable, que disecciona y analiza todos sus movimientos, a veces a lo tonto, sabiendo que genera tráfico y circulación.

A pesar de las enormes expectativas, Game of Thrones ha elevado constantemente el desafío. Y si el estreno de la temporada es una indicación de lo que está por venir, el arco de esta temporada es probable que demuestre nuevamente que, cuando se trata de dominar el universo de la televisión, este memorable drama no tiene rival.

Vía CNN