Aparte de la basílica de San Pedro, es difícil encontrar mejor situación para un inmueble en el Vaticano que el gran ático ante los jardines del Vaticano, con una terraza que tiene vistas directas a la cúpula del templo y al hotel donde reside el papa Francisco.
El apartamento de 300 metros cuadrados (3.230 pies cuadrados), donde vive de la mano derecha del papa anterior, se veía incluso mejor tras una reforma de 422.000 euros (481.000 dólares).
¿Quién pagó la cuenta? La fundación del Hospital Pediátrico Bambino Hesu, que recauda dinero para niños enfermos en el “hospital del papa” en Roma.
Una reciente investigación de Associated Press desveló una pesquisa secreta del Vaticano en 2014 que descubrió que durante una dirección anterior, el hospital se había “centrado más en los beneficios” que en la atención a los pacientes.
Ahora, las reformas en el piso del cardenal Tarcisio Bertone han derivado en un juicio penal que arroja luz sobre cómo se gastó parte de ese dinero.
El Vaticano llevará a juicio el martes al expresidente del hospital, Giuseppe Profiti, y al extesorero del centro, Massimo Spina, acusados de desviar donaciones al hospital para renovar la residencia de Bertone. El tribunal Vaticano, situado apenas a unos metros del palazzo en cuestión, ha advertido que los dos acusados serán juzgados en ausencia si no se presentan.
Se trata de un nuevo escándalo financiero para el papa Francisco, que intenta acabar con siglos de turbios negocios en la ciudad estado más pequeña del mundo. Y coincide con la bochornosa salida del principal asesor financiero del pontífice, el cardenal George Pell, que regresó a su Australia natal esta semana para afrontar un juicio sobre acusaciones de abusos sexuales que habrían ocurrido hace años.
Profiti, al que Bertone nombró presidente del hospital en 2008, ha dijo que los 422.000 euros de fondos de la fundación del hospital utilizados para remozar la casa de Bertone fueron una inversión porque pensaba utilizar el lugar para actos de recaudación de fondos para el hospital.
“La presencia de su ilustre eminencia como invitado en estos actos sería una garantía de éxito seguro en términos de participación y de retorno institucional y económico relativo”, escribió Profiti a Bertone en una carta del 7 de noviembre de 2013 proponiendo la idea.
El directivo propuso que se celebrasen los actos en la casa de Bertone, con su magnífica vista y su cercanía al papa para “dar una mayor sensación de exclusividad y privilegio” a posibles benefactores.
Bertone accedió sin tardanza, respondiendo al día siguiente que él mismo se encargaría de asegurar que “terceros” _y no la fundación_ pagaban cualquier renovación necesaria. No está claro qué ocurrió con esos “terceros”, pero el propio Bertone gastó 300.000 euros de su propio dinero por las obras además de los 422.000 que aportó la fundación.
El sucesor de Bertone como secretario de Estado del Vaticano, el cardenal Pietro Parolin, ha dicho que el juicio demuestra la transparencia que el papa Francisco quiere llevar a las finanzas de la Iglesia católica.
“Es tan solo apropiado que todo el mundo rinda cuentas por su comportamiento”, dijo Parolin la semana pasada cuando se entregaron las citaciones.
Bertone no ha sido acusado ni está bajo investigación, aunque se benefició personalmente de las donaciones. Tras la explosión del escándalo en 2015, Bertone hizo una “donación” de 150.000 euros al hospital para investigación, pero insistió en que no tenía ni idea de que la fundación hubiera pagado su reforma.
De forma similar, no se ha acusado a la empresa constructora Cartelli Re ni a su propietario, Gianantonio Bandera, colaborador de Bertone desde hace tiempo y que recibió casi un cuarto de millón de euros por todo el proyecto.
Las citaciones, de hecho, acusan a Profiti y Spina de “emplear de forma ilícita dinero propiedad de la fundación Niño Jesús para beneficiar a Bandera”.
El apartamento es propiedad del Vaticano, pero se asignó a Bertone para su uso personal tras su jubilación como secretario de Estado del papa Benedicto XVI en 2013. Está en el tercer piso del Palazzo San Carlo, al borde de los jardines vaticanos y cerca de la suit de hotel de dos habitaciones donde vive Francisco, que defiende una “Iglesia de los pobres y para los pobres”. Irónicamente, la agencia de inteligencia financiera del Vaticano se encuentra en el mismo edificio.