El centro delantero puede ser el más malvado del mundo que apuñaló a 20 pero a la hora que juega futbol es noble, es alguien que quiere la pelota y quiere meter gol”.

La frase resume lo que José Luis Sánchez Solá valora de su experiencia como entrenador de futbol en la cárcel de Puebla, a la que empezó a ir hace más de 10 años y regresó esta semana.

Después de tres años años sin dirigir en Liga MX o seis meses de su último paso por el Ascenso MX, el Chelís visita ahora cada lunes el Cereso (Centro de Readaptación Social) de su ciudad natal, a donde llevaba a curtirse a los juveniles de la Franja.

“Yo lo agarraba como examen final de Salinas, de Cherokee, de Villalpando, de toda esa bola, todos pasaron por la cárcel algún día. Y otros muchos reprobaron”, relató a Mediotiempo.

Ahí yo entendía quién tenía carácter y quién no tenía carácter para ir a jugar contra ellos, y era cuando verdaderamente yo me daba cuenta que el futbol más noble que he visto en mi vida es el que practican estos señores”.

Curiosamente, este lunes se encontró en el Cereso a uno de quien consideraba su delantero estrella en el Atlixco de Tercera División, un jugador que cayó en desgracia y terminó en la cárcel. De esas historias se compone esta aventura del Chelís, quien ahora en su vuelta exigió que limpiaran la cancha de tierra porque se trata de entrenar en forma y al día siguiente la encontró sin una sola piedra.

Hace poco me invitaron a platicar con los reos y al final me di cuenta que no quieren platicar, quieren acción”, aseguró. “Ellos ya hicieron lo malo en su vida y quieren jugar, en verdad lo que quieren es jugar”.

Uno de los fenómenos con que se ha familiarizado es con el hecho de que los reos que son liberados frecuentemente regresan porque nunca tuvieron un verdadero proceso de readaptación a la sociedad.

“Están saliendo mucho por estos cambios en la justicia, de que la pena ya no es la misma de antes, entonces está saliendo mucho joven de las prisiones. Pero salen y vuelven entrar”, lamentó.

Es un Centro de Readaptación ¿pero cuál centro de readaptación? Nadie les enseña a rehabilitarse o a readaptarse, entonces voy, entreno con ellos y platico y convivo y les das un momento de alegría”.