La parca ha salido a la cacería de los valientes defensores de lo poco que queda de democracia en Venezuela. Más de 100 muertos a lo largo de una corajuda demostración de hastío, cansancio y repudio a un régimen que usó los símbolos de la patria de Bolívar para acabar con toda forma de disenso y rechazo a lo que es hoy el gobierno de Maduro: una dictadura. La cita del domingo es una síntesis de lo peor que pueden alcanzar los detentadores del poder circunstancial. Mintieron las cifras de participación, hirieron, mataron, se burlaron de la voluntad de popular y acabaron convirtiendo a Venezuela en un territorio paria de nuestra América Latina. Triste final para los que creen que esto será eterno y que no tendrá consecuencias para ellos. Acabaron con toda forma de resolución cívica y democrática al convocar una fraudulenta convención constituyente cuyo único objetivo es acabar con el congreso opositor y en su camino allanar la dictadura de Maduro con atributos pseudoconstitucionales. Los bolivarianos han perdido la más dura de las batallas: la de la dignidad y de eso no se vuelve.

Han mostrado sus verdaderos objetivos matando a los que se levantaron contra los usurpadores del poder. Dotaron al poder militar y paramilitar de los recursos y armas para cumplir su deleznable objetivo y en el camino los volvieron cómplices de lo peor haciéndolos parte del botín que en nombre del pueblo administran. Venezuela está hoy en peores circunstancias que cualquier nación africana en sus más obscuros momentos. Toda la larga tradición de respeto jurídico, de construcción de un país con valores cívicos como los preconizados por Andrés Bello ese venezolano universal que tanto bien le hizo a los chilenos en particular y a América Latina en general, es solo un recuerdo.

Al acabar con toda formula de dilucidación pacífica del conflicto político en el que han metido a Venezuela, al pueblo no le queda otra opción que resistir y será por la fuerza aquello que no ha podido conseguirse por la razón. Es probable que un obscuro pero valiente miembro de las fuerzas armadas de ese país encabece una rebelión contra sus jefes asumidos mercaderes de los peores vicios del planeta. Será tal vez el corajudo pueblo venezolano que expíe en las calles, en la resistencia más plena los peores demonios que han venido a regir sus destinos desde el palacio de Miraflores… o quizás sea la presión internacional –bastante reticente y ambigua por no decir tibia- la que haga que las cosas vuelvan al cauce de la democracia y allane el camino hacia la libertad.

Hoy Venezuela es un país secuestrado por un poder criminal que no teme las consecuencias de la muerte. No se asombra ante ella ni se persigna ante los caídos. No le importa lo que esto suponga porque el mantenimiento del poder a cómo se ha pasado ser la cuestión central del gobierno de Maduro.

Hay hedor a cadáveres en las calles de una doliente Venezuela fracturada por un gobierno indolente, brutal y por sobre todo: asumidamente criminal. Es hora de decir basta a este paseo de la muerte por nuestra Venezuela común.-

 

@benjalibre