Mary Wollstonecraft Godwin mejor conocida como Mary Shelley nació un 30 de agosto de 1797 en Somers Town, Londres, autora de un clásico de la literatura gótica e ícono de la cultura pop, Frankenstein.

Con sólo 19 años, Shelley publicó Frankenstein obra considerada como el primer texto del género ciencia ficción. Novela que relata la emblemática figura del monstruo que cobra vida y que actualmente sigue conquistando a los lectores contemporáneos.

Con una gran fama la novela fue llevada a la pantalla grande y ahora es momento de hacer un recorrido para recordar los mejores films:

Frankenstein, 1931

Estados Unidos padece la llamada Gran Depresión, una crisis económica iniciada en 1929. Ir al cine es muy barato, y el terror, algo muy apetecible para alejarse de muchos miedos cotidianos. En este año de 1931 se estrenan Drácula y Frankenstein. Esta última con una estrella consagrada en el género: Boris Karloff.

The Bride of Frankenstein, 1935

Del mismo director que la primera, James Whale, esta secuela toma las líneas generales de la novela original y se inventa una trama romántica tenebrosa, otra vez con Boris Karloff, y una insuperable Elsa Lanchester recreando un personaje que no existe en la novela. A partir de esta película, infinidad de secuelas.

The Curse of Frankenstein, 1957

Con Christopher Lee como el monstruo, en una de las creaciones más peculiares, en las que el desgraciado ser que busca amor y recibe odio por su fealdad y natural brutalidad, encuentra en el cuerpo y la voz de este gran actor un grado de melancolía impactante.

La maldad de Frankenstein, 1964

Freddie Francis fue un director muy curioso y el artífice de películas de terror la mar de interesantes. Tras ser destruido el laboratorio donde trabajaba en sus experimentos, el Barón Frankenstein regresa a su pueblo natal, Karlstaad, de donde fue expulsado años atrás, en busca de las riquezas de su mansión para poder seguir sufragando su trabajo.

Una vez allí, encuentra el monstruo que creó, el cual se ha preservado en las montañas gracias al hielo y decide intentar volver a darle vida. Pero algo en el cerebro de la criatura falla, por lo cual el Dr. Frankenstein recurre a los servicios del hipnotizador Zoltan.

Frankenstein Must be Destroyed, 1969

Con Peter Cushing, actor inglés que más veces interpretó al temerario médico, está dirigida por Terence Fisher, otro especialista, y aporta una estética del cine de terror propia de la época, cuidando mucho la iluminación y las ambientaciones. Es la cuarta versión de la serie de la productora Hammer, y reescribe con intensidad la obsesión del doctor por la creación de un nuevo y genial cerebro.

Flesh for Frankenstein, 1973

Paul Morrissey en estas fechas, era un director que procura escandalizar y romper barreras con aportes eróticos y conductas fuera de lo habitual. Dentro de la gran censura imperante en la época, su experimento resulta interesante, ya que es pionero en una estética que combina el surrealismo con el humor negro.

Frankenstein, 1994

El director y protagonista Kenneth Branagh fue muy fiel a la novela original, donde imprime una acción trepidante a la historia del médico que busca desesperadamente la manera de resucitar a su madre, experimentando con muertos. Robert De Niro es un monstruo desvalido, tierno, y finalmente vengativo. Una epopeya romántica con Helena Bonham Carter.

Frankenweenie, 2012

Recreación de Tim Burton en una animación que oscila entre la diversión y el ambiente tétrico, como si se tratara de una serie de pinturas: el joven doctor hace un experimento científico para resucitar a su adorado perro; pero esto tendrá consecuencias a veces verdaderamente monstruosas. Con las voces de Catherine O´Hara, Winona Ryder, Martin Landau.

Victor Frankenstein, 2015

Igor (Daniel Radcliffe) es también un entusiasta de la ciencia, un estudioso de medicina, que tras el dramático accidente de la bella trapecista Lorelei (Jessica Brown Findlay), cambiará el rumbo de su vida cuando conozca y sea rescatado por Victor Frankenstein (James McAvoy). Será el joven doctor quien revele su sabiduría.