El eclipse total de sol del 21 de agosto pasado acaparó la atención de la gente, que entusiasmada se reunió para presenciar un fenómeno natural que no podrán volver ver de la misma manera, en especial en Estados Unidos, donde se captó completamente, en muchos años.
A raíz de la expectativa, los expertos se dieron a la tarea de informar sobre los riesgos de mirar directamente al sol durante el evento, algo que podría dañar la vista a largo plazo, y se informó de las medidas que debían tomarse para prevenir esto.
Ahora, científicos estudian los efectos en la vista para quienes miraron el fenómeno y por qué generó una ‘súper visión nocturna’ en algunas personas.
De acuerdo con una publicación en ‘Biology Current’, investigadores señalan que los cambios estuvieron vinculados con un receptor que cubre algunas células de las retinas, que responde a un neurotransmisor conocido como ácido gamma-aminobutírico (GABA, por sus siglas en inglés), molécula responsable de la comunicación entre células, en especial aquellas que envían información alrededor del cerebro.
Mientras hay luz del sol, el receptor que se encuentra en la retina colabora en la percepción de los bordes de los objetos y en la capacidad para ver en detalle, pero durante la noche desaparece.
Cuando la claridad es reemplazada por la oscuridad de modo repentino, como ocurrió con el eclipse, el receptor permanece funcionando.
Los investigadores han intentado entender este fenómeno realizando experimentos con conejos. Se observó que en estos animales, el neurotransmisor llamado dopamina también interviene en ese particular proceso, ya que influye en la detección del GABA.
«Durante los días brillantes, los niveles de dopamina son elevados, lo que favorece la detección de los detalles. En cambio, durante la noche, los niveles de dopamina son bajos y la señal del GABA es mínima, disminuyendo la capacidad de verlos» explicó Stuart Mangel, profesor de neurociencia de la Universidad Estatal de Ohio.
Las conclusiones de los expertos es que la repentina noche generada por el eclipse total no evitó el funcionamiento de los receptores GABA ni disminuyó el nivel de dopamina, lo que mantuvo en quienes observaron el fenómeno la capacidad de observar en detalle los bordes de las personas y los objetos que los rodeaban, mejorando en sí su visión.