El papa Francisco inició su último día de viaje por Colombia con una visita a zonas marginales de Cartagena.
En San Francisco, una región pobre de la ciudad colonial, un grupo de mujeres rescata y ayuda a chicas que son explotadas o han sido víctimas de trata de personas. El pontífice convivió con algunas víctimas. Cartagena es conocida por la práctica del turismo sexual.
Francisco luego salió rumbo al santuario de San Pedro Claver para rendir homenaje a este jesuita que predicó ante miles de esclavos africanos que pasaron por el puerto colombiano durante la época colonial española. Sin embargo, se lastimó al tratar de subir al papamóvil: pegó con el barandal del vehículo y sufrió heridas en la ceja y el pómulo, que ocasionaron un sangrado leve que manchó su sotana blanca.
Minutos después de ser atendido, reapareció y prosiguió su recorrido.
Claver, que se autodefinió como el “esclavo de los esclavos para siempre”, ha sido venerado durante siglos por jesuitas, papas y defensores de los derechos humanos por haber insistido en el reconocimiento de la dignidad de los esclavos cuando otros los trataban como mera mercancía para comprar y vender.
Antes de su visita a Cartagena, Francisco dedicó su homilía del sábado a Claver. Elogió al misionero español del siglo XVII por haber “entendido, como discípulo de Jesús, que no podía permanecer indiferente al sufrimiento de los más indefensos y maltratados de su época, y que tenía que hacer algo para aliviar su sufrimiento”.
El primer pontífice latinoamericano de la historia también ha insistido en servir a los más marginados de la sociedad y convertirlos en el centro de la misión de la Iglesia católica.
Está previsto que Francisco rece el domingo en la tumba de Claver luego de poner la primera piedra para nuevas residencias que serán destinadas a quienes no tienen techo en Cartagena, una ciudad famosa por su centro histórico, reconocido por la UNESCO, pero también por sus barrios marginales.
Es probable que Francisco considere a Claver como un modelo a seguir por la Iglesia católica actual por su insistencia en reconocer los derechos humanos inherentes a todo el mundo. Este es un mensaje al que ya hizo referencia en Medellín el sábado, durante una misa que congregó a más de un millón de personas.
“Hermanos, la Iglesia no es un puesto de aduanas”, dijo Francisco. “Quiere que sus puertas estén abiertas”.
Francisco regresará a Roma desde Cartagena el domingo en la noche, terminando una visita de cinco días que tuvo como momento cumbre una masiva oración de reconciliación que juntó a víctimas del largo conflicto colombiano con guerrilleros desmovilizados y combatientes paramilitares.
Durante su estancia en Colombia, Francisco evitó referirse en público a la deteriorada situación política y humanitaria en la vecina Venezuela, aunque se reunió brevemente con una delegación de obispos venezolanos. Casi con toda seguridad, será cuestionado al respecto durante la conferencia de prensa que ofrecerá en el avión de regreso a El Vaticano.