La reapertura de la Embajada de Estados Unidos en Cuba, el paso histórico de julio de 2015, es hoy por hoy la historia de un fracaso.
El Departamento de Estado planea retirar de la legación al 60% de su personal después de una serie de misteriosos ataques acústicos que de momento ya han afectado a 21 diplomáticos y sus familias. En algunos casos, causando traumatismos cerebrales o pérdida de la audición. Los funcionarios allí desplazados también dejarán de expedir visados.
La decisión puede anunciarse este viernes, por el momento trasciende a tres días después de la reunión que el jefe de la Diplomacia estadounidense, Rex Tillerson que mantuvo en Washington con el ministro de Exteriores cubano, Bruno Eduardo Rodríguez Padilla, y que, a la vista de los resultados, no sirvió para tranquilizar al Tillerson sobre la seguridad de su personal allí desplazado.
La reapertura de las respectivas embajadas -Cuba también puso en marcha la suya en Washington- buscaba normalizar las relaciones entre ambos países 54 años después de que se cerraran las legaciones, el 3 de enero de 1961.
Este ha sido el resultado más tangible del deshielo, iniciado a finales de 2014 por el expresidente de Estados Unidos Barack Obama y Raúl Castro. Pero la falta de otros avances y reformas en Cuba y el cambio de mandatario en la Casa Blanca -Donald Trump ha dejado claro que se desharía buena parte del camino, dejado este acercamiento en vía muerta.