En un periodo de 11 horas que comenzó a las 7:19 a.m. y terminó a las 6:46 p.m. del sábado, el presidente de Estados Unidos lanzó 18 -¡sí, 18!- tuits acerca de la terrible situación en Puerto Rico después de la devastación que llevó el huracán María.
Pero más notable que el hecho que Donald Trump –alias el comandante en jefe, alias la persona más poderosa del planeta– lanzara 18 tuits sobre un solo tema en menos de 12 horas es el tono de esos tuits: negativo, a la defensiva y oscuro.
Todo empezó con el duro ataque de Trump contra la alcaldesa de San Juan, Carmen Yulín Cruz, quien ha llegado a ser el rostro de la crisis humanitaria en Puerto Rico –en buena parte gracias a su entrevista el viernes en «New Day» de CNN, en la que denunciaba con enojo los intentos de la Casa Blanca de Trump de presentar la situación en Puerto Rico como una «historia de buenas noticias».
Trump, ya preocupado por la percepción de que él y su gobierno reaccionaron de forma inadecuada a la situación, respondió a Yulín Cruz de la única forma que sabe hacerlo: despiadadamente.
«A la alcaldesa de San Juan, quien fue bastante aduladora hace solo unos días, los demócratas le han dicho ahora que debe ser grosera con Trump», empezó Trump pasadas las 7 a.m. ET.
«Qué pobre capacidad de liderazgo de la alcaldesa de San Juan, y otros en Puerto Rico, que no son capaces de hacer que sus trabajadores ayuden», añadió. Quieren todo hecho cuando debería ser un esfuerzo comunal. 10.000 trabajadores federales ahora están en la isla haciendo una labor fantástica».
En un momento de crisis para 3 millones de personas que viven en Puerto Rico, el presidente decidió meterse en una pelea con una funcionaria local a raíz de la frustración de ella con los esfuerzos de recuperación.
En lugar de enviar un tuit pidiendo paciencia (¡o tal vez ni tuitear!), Trump decidió que el mejor camino era ir tras Yulín Cruz y «otros en Puerto Rico» por su supuesta pobre labor en lidiar con el huracán María.
Las palabras que usó Trump lo dicen todo: «Lo quieren todo hecho», tuiteó. ¿»Ellos»? ¿Te refieres a los millones de ciudadanos estadounidenses en Puerto Rico? Y la notan sutil referencia a la holgazanería en los tuits de Trump es más de ese lenguaje en clave racista que el presidente ha traficado desde el día en que anunció su campaña.
Si Trump hubiera mandado únicamente esos tres tuits atacando a Yulín Cruz, habría sido un día malo –pero no atípico– para él. Pero no se detuvo ahí. Ni cerca de eso.
Trump pasó las siguientes ocho (¡!) horas tuiteando una serie de ataques contra lo que llama medios de «noticias falsas» por supuestamente tergiversar las acciones de su gobierno en Puerto Rico.
«Las noticias falsas de CNN y NBC están buscando la forma de desacreditar a nuestras fuerzas de rescate para ‘ir por Trump'», tuiteó en uno. «¡No es justo para las fuerzas de rescate ni para el esfuerzo!».
«Las cadenas de noticas falsas están trabajando horas extras en Puerto Rico haciendo todo para afectar el espíritu de nuestros soldados y fuerzas de rescate. ¡Vergüenza!», dijo en otro.
Trump no ofreció evidencias de sus acusaciones. Ni siquiera explicó a qué se refería. CNN, por su parte, ha ofrecido una importante cobertura de los esfuerzos de recuperación –subrayando tanto las historias de inspiración como los problemas de muchos en la isla para lidiar con la falta de electricidad y la creciente escasez de agua y alimentos. Muchos corresponsales están en el terreno en Puerto Rico –incluyendo a Anderson Cooper y Bill Weir– documentando la situación de primera mano.
Nada de eso se acerca a la acusación de Trump de que las cadenas de noticias están trabajando para «desacreditar a nuestras grandiosas fuerzas de rescate» o que los medios están «haciendo todo para afectar el espíritu de nuestros soldados».
Lo que Trump está haciendo –con sus ataques a Yulín Cruz y los medios»– es trata de dividir al país como una forma de desviar la responsabilidad por el desempeño de su gobierno.
«Ellos» son flojos y quieren todo hecho. «Ellos» son groseros porque los demócratas les dicen que lo sean. «Ellos» no apoyan a nuestras fuerzas de rescate. «Ellos» están tratando de convencer a la gente de que nuestros soldados no están haciendo un buen trabajo.
La complacencia de Trump para dividir, para cambiar una situación en la que él es criticado o cuestionado por una de «nosotros» contra «ellos» ahora ya es bien conocida. La elección de 2016 fue una clase maestra de 18 meses sobre cómo dividir al país para tu propio beneficio político. El manejo de Trump de la violencia supremacista en Charlottesville, Virginia, y su decisión deliberada de entrar en una pelea con jugadores (en su mayoría negros) de la NFL sobre el himno nacional ilustra esa misma necesidad perpetua de dividir.
Esa división por defecto hace a Trump distinto a cualquier persona que haya estado en el cargo antes que él. Para los 43 presidentes anteriores, el objetivo principal era hallar formas para recordarle a la gente en el país nuestra humanidad común, tomar el mejor camino y apelar a nuestros mejores espíritus. Muchos de ellos no lo lograron –a menudo de mala forma– pero siempre fue la estrella que los guiaba.
No es lo miso para Trump. Ni de cerca. Para Trump, la única meta es ganar a toda costa. Si eso significa atacar a la alcaldesa de San Juan aun cuando Puerto Rico enfrenta un desafío histórico de recuperación, que así sea.
Si eso significa culpar a la deuda de Puerto Rico y sus problemas de infraestructura aun cuando la gente está en una búsqueda desesperada por sus seres queridos, bueno, así será.
¿Si eso significa tratar de hacer que los medios sean un chivo expiatorio para cubrir una respuesta más lenta de lo ideal a lo que vino después de María? ¡Considéralo hecho!
18 tuits. 11 horas. Llenos de culpa, ira y victimización. Totalmente vacíos de esperanza, inspiración y unidad.
Esto es el Trumpismo.