Rafael Nadal tendrá mañana en el Open 500 de Pekín la oportunidad de tomarse la revancha con Grigor Dimitrov, su último verdugo en la capital china y que este viernes eliminó en tres sets a Roberto Bautista. El campeón de 16 grandes, en la que signficará su novena semifinal del curso, se verá las caras con el búlgaro por un puesto en la final gracias a su victoria ante John Isner por 6-4 y 7-6(0), en 1 hora y 43 minutos.

El número uno demostró que el descanso tras el triunfo en el US Open le ha servido para mantener la chispa en las piernas y la mente despejada. Para llegar a todas las bolas aunque vuelen. En el primer set, consiguió ya un break en el noveno juego que debilitó a la torre de Greensboro.

En el segundo, se exhibió en varios compases. Con aplomo, por ejemplo, levantó una bola de break con un ace de segundo saque. Tirando de recursos y de una fiabilidad impresionante que dejó su cuenta de errores no forzados al final del partido en sólo 7 por 26 golpes ganadores. El tie-break, ese desempate en el que Isner es fortísimo con su mazo, Nadal lo resolvió con una autoridad insultante.