Madsen ha cambiado por tercera vez su versión sobre cómo falleció la periodista.

Peter Madsen, el inventor del submarino casero acusado de asesinar a la periodista sueca Kim Wall después de que ésta se embarcara en él para escribir un reportaje el pasado 10 de agosto, ha admitido que descuartizó su cuerpo, tal y como han evidenciado los hechos desde que once días después de su desaparición un ciclista encontrara casualmente el torso mutilado de la reportera.

Así lo ha informado hoy la Policía de Copenhague en un comunicado y posterior rueda de prensa, después de que el ingeniero danés de 46 años, en prisión desde la desaparición de la joven, expresara su voluntad de someterse a un nuevo interrogatorio. A raíz de éste, a los cargos en su contra se añade el de «otras relaciones sexuales además de relaciones sexuales en circunstancias particularmente agravantes», dice el comunicado. Esta acusación «se basa en las 14 cargas de arena añadidas a Kim Wall en los genitales», explica.

Madsen, que como informó la Fiscalía tenía vídeos de torturas y asesinatos de mujeres en su ordenador, continúa negando abusos sexuales, pero ha cambiado por tercera vez su versión sobre cómo falleció la periodista. Ahora afirma que Kim Wall «murió como resultado de una intoxicación por monóxido de carbono en el submarino, mientras que él se encontraba en la cubierta», prosigue el comunicado. «Ha admitido haber desmembrado el cuerpo y haberlo tirado al agua», añadió Jens Moller, el comisario que lidera la investigación.

Cuando el pasado 11 de agosto se denunció la desaparición de esta reportera, el ingeniero autodidacta tuvo que ser rescatado después de que saboteara su propio submarino, el UC3 Nautilus de 18 metros. Entonces dijo que Kim Wall había desembarcado voluntariamente la noche anterior.

Posteriormente, ya bajo custodia policial, acabó admitiendo que la periodista había fallecido a bordo «accidentalmente» al golpearse con una pesada escotilla en la cabeza. Pese a que su torso desmembrado había sido hallado casualmente por un ciclista en Amager, cerca de la capital, y que semanas después se encontró el cráneo intacto, insistió en que la había enterrado en algún lugar desconocido entre las aguas de Dinamarca y Suecia.