Lo han apodado el Monstruo de Melksham en honor al pueblo británico en el cual encontraron sus fósiles, el Ieldraan melkshamensis es el eslabón perdido que une a los dinosaurios con los cocodrilos.

El fósil que ha permitido determinar la nueva especie la cual llevaba 150 años almacenada en el Museo de Historia Natural de Edimburgo, pero estaba tan dañado que solo ahora los paleontólogos han descubierto que se trata de una nueva especie.

Hasta ahora se pensaba que pertenecía al género Geosaurini, una familia ya conocida de enormes reptiles de hace más de 152 y 157 millones de años.

El Ieldraan melkshamensis es una especie diferente y más antigua de hace aproximadamente 163 millones de años. Sus genes se remontan al Jurásico medio. Para revelar los rasgos de la nueva especie, los paleontólogos han pasado semanas eliminando manualmente vetas de calcita que se habían formado alrededor del fósil.

El Monstruo de Melksham era una hermosa bestia de unos tres metros de longitud con una cabeza aplanada y dotada de poderosas mandíbulas repletas de dientes serrados. En general era muy similar a los cocodrilos modernos, pero con aletas como las de los plesiuosaurios en lugar de patas adaptadas a tierra.

Aunque el descubrimiento de la especie es importante por sí mismo, además sugiere que el Jurásico era mucho más rico en especies de lo que pensábamos.

El Ieldraan melkshamensis probablemente era el depredador más importante en las aguas poco profundas de lo que hoy es Reino Unido, un depredador que compartía terrenos de caza con los grandes saurios del Jurásico.