“El reto más grande al emprender cualquier tipo de proyecto social es que la comunidad se comprometa, que lo adopte y se adueñe de él, si la gente está convencida de que su vida puede mejorar, es más probable que los programas tengan éxito”, expresó Renzo Casillo.

El Director General de Alsea México explicó que lo difícil no es construir un espacio deportivo, un comedor, o cualquier otro centro que beneficie a los habitantes de una población, ya sea en un área rural o urbana, sino mantener un proyecto en pie y hacer partícipes a los beneficiados, porque son ellos quienes saben cuáles son sus necesidades.

La fundación de dicha empresa creó hace cinco años el movimiento social “Va por mi cuenta”, en el marco del Día Mundial de la Alimentación, como respuesta a uno de los problemas más grandes que enfrenta México: la pobreza alimentaria infantil.

“Desde que inició el proyecto hasta ahora, que ya contamos con 10 comedores infantiles, nos percatamos de que la gente cuida los espacios que abrimos, pese a las situaciones marginales y de violencia que viven algunas poblaciones, porque saben que en ellos se sirve comida a sus familias, lo cual los beneficia, la calidad del programa es lo que lleva a ganarse la confianza de la gente”.

Su reto ahora, consideró es mantener estos centros de alimentación para que sirvan a futuras generaciones, extender esta causa a más comunidades, tanto urbanas como rurales e implementar nuevos modelos sustentables.

De acuerdo con el director, la causa de contribuir a la nutrición infantil en México, no solo consiste en dar de comer adecuadamente a los niños, sino alimentar las carencias de valores y educación.

“Es un objetivo que va más allá, es nutrir física, espiritual y mentalmente a la población infantil, es una causa de causas, porque al cubrir esta necesidad básica también impactamos en otros ámbitos como la deserción escolar, la relación familiar, por mencionar algunos”.

Tras cerrar la primera etapa del movimiento de la fundación, se iniciará un proceso de planeación para alcanzar nuevas metas y acelerar los procesos de creación de comedores infantiles, considerando el impacto que tienen los que hasta ahora existen.

“Debemos definir nuevos objetivos y ver si logramos sumar más esfuerzos de otras empresas, y así continuar sembrando semillas para el futuro de los niños”.

La fundación creó a lo largo de estos cinco años, nueve comedores infantiles urbanos: tres en la Ciudad de México, cuatro en el Estado de México, uno en Nuevo León y otro más en Saltillo, además del primer comedor comunitario sustentable, en Oaxaca.

En estos espacios se atiende diariamente a más de tres mil 500 niños en pobreza alimentaria, beneficia a más de mil familias de manera directa y a casi 20 mil de forma indirecta.

Al trazar los nuevos objetivos a alcanzar, se considerará desarrollar una combinación de los modelos hasta ahora utilizados, pero poniendo especial énfasis en acciones que tengan menor impacto negativo en el ecosistema.

“Tanto a nivel urbano, como a nivel rural, hay mucha necesidad, lo que se necesita es priorizar las localidades, detectar donde hay más pobreza extrema para llevar la causa”, concluyó.