El vicedirector del Instituto para las Obras de Religión (IOR), conocido coloquialmente como el “banco vaticano”, Giulio Mattietti, fue despedido de improviso, aunque la Santa Sede no dio explicaciones puntuales sobre el caso.
El pasado lunes 27 de noviembre, el número dos del director general Gianfranco Mammì debió abandonar su oficina y fue acompañado hasta la puerta por algunos de sus colegas. Nombrado en 2015, según trascendió su despido tuvo el “visto bueno papal”.
La información fue confirmada por la sala de prensa de la Santa Sede, pero no se ofrecieron mayores detalles. Además se supo que un día antes fue despedido otro empleado del IOR, aunque las salidas simultáneas no estarían relacionadas entre sí.
También trascendió que el despido fulminante llegó después de una “pérdida de confianza” y que se procedió de esa manera “por el tipo de contrato” que tenía.
Apenas unos meses atrás, en junio, presentó su renuncia también de improviso el revisor general de las cuentas de la Santa Sede, Libero Milone, sobre el cual estaba investigando la Gendarmería Vaticana supuestamente por haber ordenado acciones de espionaje sobre varios altos clérigos.
Este episodio se suma a una serie de despidos y de renuncias sorpresivas que se ha abatido sobre la “banca vaticana” en los últimos años, desde los tiempos del pontificado de Benedicto XVI.
En mayo de 2012, el entonces presidente del consejo de administración del IOR, Ettore Gotti Tedeschi, fue prácticamente expulsado por los otros consejeros. A él le sucedió por un breve periodo Ernst von Freyberg, quien también renunció.
En 2013 y a poco de la elección del Papa Francisco, se precipitaron las renuncias del director y vicedirector de entonces, Paolo Cipriani y Massimo Tulli, condenados en febrero pasado por violar normas contra el lavado de dinero.