La virgen de Guadalupe tiene su antecedente mucho antes de la época de la Conquista; ya se hacía mención de ella en diversos códices prehispánicos pero con el nombre de Ometeotl, el Dios de la Dualidad, sostuvo el escritor Carlos Eduardo Díaz (1973).
En entrevista con Notimex, el autor del libro “Nuestra madre eterna, la luz que guía América. La historia de la Virgen de Guadalupe y sus apariciones en el Tepeyac” rechazó que la “Morenita del Tepeyac” sea una invención de los españoles en la época de la Colonia.
Pensar que es un invento de los españoles, acotó, es algo que se propone aclarar, y eso es falso; “si vamos quitando elementos, como de las imágenes y narraciones, podemos ver que son referencias que se pueden encontrar en los códices antiguos, en las tradiciones, cantares, en los escritos que vienen de la época de la fundación de Teotihuacan.
“Todo esto se desentraña a través de Huitzilopochtli, Coatlicue, el Quinto Sol, la Nueva Era y otras cuestiones. En el ´Nican Mopohua´ (documento histórico sobre la figura católica), la virgen pedía un templo; en la época prehispánica, y cuando los mexicas se asentaron, lo primero que pidió Huitzilopochtli fue un templo.
“Entonces no es casual que lo primero que pidas es un templo concebido con ojos católico-cristianos, sino fundacional y construir alrededor de él”, dijo el también investigador de temas históricos y periodista.
Subrayó que si bien la virgen de Guadalupe no existía en los pueblos originarios como se le conoce hoy, “sus elementos datan de muchos años atrás, de tal manera que si uno va desentrañando la imagen podemos encontrar cuestiones que podemos ver en la ciudad de Teotihuacán.
“Si nos remitimos al panteón mexica, tenían muchas deidades, el fuego, la lluvia, el Sol, etcétera, pero no era un pueblo politeísta, sino que creía en un solo dios: Ometéotl, Dios de la Dualidad, una fuerza creadora de la que emanaba todo.
“Este dios es justo el nombre que la Virgen de Guadalupe da a Juan Diego en el ´Nican Mopohua´. Este dios se aparecía en escritos como en la poesía de Nezahualcóyotl, con otro nombre diferente, porque justamente consideraban que era tan grande que habría que darle diferentes nombres para tratar de hacerlo visible al pueblo mexica”, dijo Díaz.
“Entonces, ellos (los mexicas) se dieron cuenta de que la realidad estaba compuesta con elementos contrarios, que por lo general se contraponen y unidos crean una unidad: el predicar la noche y el día, el hombre y la mujer, la tristeza y felicidad.
“Elementos contrarios que al unirse crean un balance y el balance de toda creación era justo Ometeotl, del que se habla en el Nican Mopohua, cuando la virgen dice que ella es la madre de Jesucristo, ´soy la madre de Ipalnemohuani´: el que viviendo crea la vida”, detalló.
No obstante, el autor del volumen mencionado aclaró que la Virgen toma forma como tal durante las apariciones al indio Juan Diego en el Tepeyac.
“Si los españoles llegaron a un territorio sin ser invitados y se dedicaron a apoderárselo, tendría cierta lógica que fue una imposición; sin embargo, si vemos históricamente, que nos encontramos la imagen y narración como tal, tiene un 98 por ciento de indígena y un dos por ciento de español o cristiano”, indicó.
En su texto, publicado por editorial Diana, Carlos Eduardo Díaz comparte narraciones y anécdotas del misterio guadalupano acerca del amor incondicional y la compasión hacia todo aquel que lo necesita.
Señaló que en su obra establece que la virgen del Tepeyac “es, tal vez junto con la Bandera Nacional, el símbolo que logra congregar en torno suyo a más mexicanos al mismo tiempo. Esto se debe a la devoción que el pueblo mexicano siente por ella”.
Sin embargo, agregó, su imagen posee un significado más amplio, puesto que se trata de un códice, es un documento que puede ser leído y al interpretarlo, brinda un mensaje muy específico, principalmente a los mexicanos.
Para entenderlo, el autor puntualizó que es necesario hacer uso de la historia y remontarse hasta la construcción de la Pirámide del Sol, en Teotihuacán, a leyendas mexicas, a la conquista española e incluso a las enseñanzas que eran atribuidas a Quetzalcóatl.