WASHINGTON (AP) — El gobierno de Donald Trump ofrece su apoyo irrestricto a los manifestantes en Irán, a pesar del riesgo de que las autoridades iraníes aprovechen ese apoyo para descalificar las protestas como mera interferencia extranjera.

Mientras el líder supremo iraní acusaba a “los enemigos de Irán” de tratar de desestabilizar al país, el Departamento de Estado le exigía al régimen iraní levantar las restricciones al acceso a internet y a las redes sociales. Incluso impartió consejos a los iraníes sobre cómo eludir los controles oficiales.

El presidente Trump declaró que “ha llegado la hora del cambio” en Irán y otros funcionarios mencionaron la posibilidad de imponer más sanciones. En la ONU, la embajadora estadounidense Nikki Haley pidió una reunión del Consejo de Seguridad para debatir el tema de las protestas en Irán.

“Queremos amplificar las voces del pueblo iraní”, declaró Haley, quien apareció ante las cámaras para mencionar los cantos de protesta de los manifestantes en Irán. Aseguró que las quejas iraníes de que todo se trata de una injerencia extranjera es “un disparate total”, y describió el descontento entre los iraníes como un genuino sentir popular.

Irán, como ha hecho en otras ocasiones, culpó a Estados Unidos, Arabia Saudí y Gran Bretaña por los desórdenes. El ayatolá Alí Jamenei, el líder supremo iraní de 78 años de edad, denunció que los enemigos de Irán utilizan dinero, armas, maniobras políticas y espionaje para “crearle problemas al sistema islámico, a la república islámica, a la revolución islámica”.

Trump desestimó esas declaraciones al asegurar que “el pueblo iraní finalmente se resiste a este régimen brutal y corrupto”. En una alusión a la posibilidad de imponerle sanciones a Irán por violaciones de derechos humanos, Trump aseguró que Washington seguirá monitoreando la situación.

“¡Estados Unidos los está observando!”, tuiteó el mandatario.

A pesar de la retórica, no queda claro qué puede hacer Washington para apoyar a los manifestantes, cuyas quejas principales son contra la corrupción, la mala administración y los problemas económicos como el alto precio de los alimentos. En caso de que se vuelvan más violentas, las protestas podrían convertirse en una prueba al liderazgo del presidente.

Por lo menos 21 personas han muerto y cientos han sido detenidas en los últimos seis días de protestas, las más numerosas en Irán desde el “Movimiento Verde” surgido en el 2009 luego de unas elecciones que fueron denunciadas como fraudulentas. El nuevo brote de protestas estalló en Mashhad y se extendió a otros pueblos y centros urbanos.

Las autoridades iraníes han tratado de sofocar los desórdenes al obstruir el acceso a sitios de internet, y a redes sociales y apps de mensajería como Instagram, Facebook, Twitter y Telegram. El martes, el subsecretario de Estado, Steve Goldstein, exhortó al régimen iraní a levantar las restricciones.

“Son medios legítimos de comunicación”, dijo Goldstein y agregó que Estados Unidos “tiene la obligación de no quedarse de brazos cruzados”.