Decenas de miles de argentinos han comenzado a cruzar la cordillera de Los Andes con el anhelo de ver y escuchar al primer papa de esa nacionalidad de la historia, quien a pesar de la proximidad con su país de origen no visitará Argentina en la gira que este lunes inicia por Chile y Perú.
No obstante, el fin de semana ha sido más tranquilo de lo esperado en Los Libertadores, la principal vía de comunicación terrestre entre ambos países, donde la avalancha esperada no ha sido tal, aunque los encargados confían en que el flujo aumentará.
Unos 40 vehículos se alineaban en el paso a las 13.00 hora local (16.00 GMT) de este domingo mientras sus ocupantes cumplían los trámites de ingreso a Chile, mucho menos de lo que preveían las autoridades del complejo fronterizo.
Más aún, no todos los viajeros argentinos tienen al papa Francisco como objetivo de su viaje; muchos van a Chile a pasar las vacaciones y su destino son las playas y otros lugares recreativos, principalmente de la región de Valparaíso, que cada verano recibe a miles de turistas de allende Los Andes.
En ese contexto se presentó una falsa alarma ante un fallo en el sistema informático de la Policía de Investigaciones (PDI), que obligó a cerrar la frontera a automóviles y autobuses durante varias horas en la noche y madrugada de viernes a sábado.
El tráfico fue pausado el sábado y domingo, y de los 32 puntos de atención incluidos en un plan especial habilitado desde el pasado 1 de enero para brindar una mejor atención a los viajeros argentinos, sólo fue necesario habilitar diez el fin de semana.
Los responsables del paso esperan que el flujo aumente a los niveles esperados a partir de este lunes, día en que el papa llegará a Chile, hacia las 23.00 GMT, para iniciar una visita que se extenderá hasta el próximo jueves.
El viernes cruzaron Los Libertadores 5 mil 395 argentinos, menos que el año pasado en igual fecha (6 mil 511), según Nicolás Castillo, coordinador del complejo. El sábado la cifra fue similar.
Para Reginaldo Flores, jefe de la unidad de pasos fronterizos, «es un poco prematuro establecer que ese flujo será la tendencia de la semana. «Esperamos un incremento en los próximos días», subrayó.
Algunos pasajeros de autobús se quejaron de que las empresas de transportes han subido los precios de los pasajes: «Pagué 30 mil pesos chilenos (unos 50 dólares) más que el año pasado, dicen que es por la visita del papa», comento Lía, una pasajera afectada, al diario Las Últimas Noticias.
Sólo por los pasos de la región de La Araucanía se espera que lleguen unos 160 mil argentinos, dijo a medios locales el gobernador de Malleco, Benigno Quiñones.
Tenemos un refuerzo en todas las áreas en nuestros dos pasos fronterizos habilitados», aseguró Quiñones, que añadió que además están identificados y vigilados muchos pasos ilegales, para evitar ingresos no permitidos al territorio chileno.
En la zona, a ambos lados de la Cordillera, se desarrolla el llamado conflicto mapuche y algunos grupos radicales ya se han manifestado contra la presencia del Papa, por lo que las medidas de seguridad se han reforzado con drones y helicópteros en la frontera, según señaló en la semana el ministro del Interior, Mario Fernández.
En la región hay un complemento de dotación para la vigilancia de todos los lugares que pueden traer consecuencias negativas para que el acto masivo que se realizará transcurra bien», dijo Fernández.
También se espera en Temuco un flujo importante de viajeros que llegarán por las regiones de Los Ríos y Los Lagos, más al sur, donde también se han dispuesto medidas para un desplazamiento expedito de los peregrinos.
En Iquique (norte), última etapa de la gira, donde el Papa ofrecerá una misa masiva en una playa, se espera una menor afluencia de extranjeros, principalmente argentinos de provincias norteñas y católicos bolivianos.
En el ánimo de los argentinos que viajan a Chile por el papa se entremezclan la expectación por verlo y la frustración por no poder hacerlo en su propio país, al que Francisco no ha vuelto desde que se convirtió en el obispo de Roma, en 2013.
Ese sentimiento llega hasta la misma Iglesia argentina, como señaló hace unos días el portavoz de la Conferencia Episcopal, Jorge Oesterheld, que en declaraciones a radio Mitre dijo que «es medio raro, nos cuesta a los argentinos digerir esto», aunque manifestó su esperanza de que «cuando él pueda va a venir a la Argentina y vamos a tener su presencia y su palabra».