Un mesero de 24 años falleció la noche del sábado cuando recibió disparos en el pecho como consecuencia del tiroteo entre policías y criminales que protagonizaban un enfrentamiento en Tijuca, un barrio de clase media de la ciudad donde estaba siendo celebrada una fiesta previa al Carnaval.

Además de la muerte del camarero, el suceso dejó dos policías y una usuaria de Uber herida, mientras provocó el pánico en plena fiesta pre-Carnaval, pues este fin de semana comenzó en la capital carioca los “blocos”, que son comparsas organizadas en la calle que atraen a cientos o miles de personas.

Río de Janeiro vive un recrudecimiento de la violencia, la criminalidad y los homicidios como consecuencia de una grave crisis económica que redujo los medios de las fuerzas de seguridad para enfrentar a grupos criminales que controlan la venta de droga y disponen de armamento sofisticado, como fusiles automáticos.

La muerte de civiles inocentes no se da solo por las actividades de los grupos criminales, sino también por las controvertidas operaciones policiales en áreas residenciales, donde el Ejército y la policía militar dispara a discreción para enfrentar al crimen organizado.

La favela Rocinha, una de las más grandes de América del Sur con unos 200 mil residentes y a pocos kilómetros del mayor centro turístico de Río, es escenario de un conflicto armado que se cobró en los últimos meses la vida de una treintena de personas, entre ellas una turista española.

Río de Janeiro debe recibir un millón y medio de turistas en las próximas semanas con motivo del Carnaval, que se celebra oficialmente del 9 al 13 de febrero, pero cuyas festividades van más allá de estas fechas.

La ciudad despliega a miles de policías para garantizar que todo se desarrolle sin problemas, pero el incidente de este fin de semana expone la fragilidad de la seguridad pública en la ciudad.