No hace mucho, digamos todavía un par de décadas atrás, si en la dieta alimenticia faltaba carne roja y blanca al menos tres veces a la semana prácticamente era síntoma de una persona con ingresos precarios (o bien una familia) hasta de vivir en pobreza; y poco se atribuía a la libre decisión de llevar una absoluta dieta herbívora por el simple placer de querer hacerlo.
En mis recuerdos de niñez y de adolescencia, en el esquema alimenticio (así de hecho lo remarcaban hasta los libros de texto) no podía faltar ni la carne ni los lácteos.
Prácticamente en todo hogar, digamos bien, los usos y costumbres marcaban el rito de un día sí y un día no para comer algún platillo con carne, pero de que la había, la había y mucha, aunque se intentase un balance para omnívoros.
La gente con escasos recursos comía tres cosas básicas: frijoles, maíz y chile carecían de los suficientes ingresos económicos para cumplir con esa especie de normativa de la época donde los nutricionistas marcaban el canon a favor de la carne. Nosotros comíamos carne y ellos frijoles con tortillas.
¡Cómo han cambiado las tornas! En el último quinquenio persiste una guerra abierta contra la alimentación a la que estamos acostumbrados, con la que hemos crecido y desarrollado nuestra vida; resulta que estábamos equivocados y que los mal alimentados somos nosotros: los carnívoros de siempre, y los mejor y más sanos, son los que obligados por su atávica precariedad han debido vivir a base de leguminosas, cereales y picante.
¿Lo ha notado amigo lector? Resulta que en la actualidad todo lo que comemos es malo, es cancerígeno, está contaminado, es negativo; la Organización Mundial de la Salud (OMS) a través de la Agencia Internacional de Investigación sobre el Cáncer (IARC, por sus siglas en inglés) ha emitido sendos estudios nada favorables para la carne roja y sobre todo la procesada.
“Un grupo de 22 expertos de 10 países diferentes clasificaron el consumo de carne roja como probable carcinógeno para humanos (grupo 2A), basado en la evidencia limitada de que su ingesta provoca cáncer y una fuerte evidencia mecanicista que apoya dicho efecto carcinógeno”.
La evidencia que los científicos aportan para el caso de los procesados es mucho más elevada: “Cada porción de 50 gramos de carne procesada consumida a diario aumenta el riesgo de cáncer colorrectal en un 18 por ciento”.
Según datos de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) los 10 países con mayor consumo anual de carne roja per cápita son: 1) Estados Unidos con 120.2 kg por año per cápita; 2) Kuwait con 119.2 kg por año per cápita; 3) Australia, 111.5 kg por año per cápita; 4) Bahamas, 109.5 kg por año per cápita; 5) Polinesia Francesa con 109 kg anuales per cápita; 6) Luxemburgo con 107.9 kg por año per cápita; 7) Nueva Zelanda, 106.4 kg por año per cápita; 9) Austria, 102 kg por año per cápita; 9) Bermuda con 101.7 kg por año per cápita y 10) Argentina, 98.3 kg por año per cápita.
Cabe mencionar que el anuncio de la OMS realizado a finales de 2015 SÍ ha tenido un impacto en determinado tipo de consumidor que ha renunciado a seguir incluyendo las típicas bandejitas de carne en su tradicional cesta de la compra. Ver tantas ofertas de carne roja en el supermercado es el principal síntoma de la ralentización de sus ventas.
A COLACIÓN
Muy bien digamos adiós a las carnes rojas… entonces, ¿qué comemos? La otra opción es la carne de pollo y tampoco su consumo es precisamente bueno para la salud sobre todo porque es una de las carnes más llenas de esteroides, clenbuterol y es una de las fuentes más importantes para transmitir la salmonella y otras bacterias.
Ni los huevos se salvan llenos de pesticidas, el año pasado en Europa hubo una crisis de los huevos que se extendió a varios países, en los supermercados se estaban vendiendo blanquillos llenos de fipronil un potente pesticida prohibido por la FDA y que es elevadamente nocivo para el ser humano. Peligrosísimo sobre todo porque la cáscara del huevo es porosa…
¿Y el pescado? Ni Omega 3 ni otras ventajas, la mayor parte está contaminado con elevados índices de mercurio –en el mejor de los casos- también tienen larvas como el anisakis por eso en países como España está prohibido usar el pescado directo del mar a la mesa, debe congelarse antes para quedar libre de ese gusanillo maligno; la lista de pescados altamente contaminados con mercurio la encabeza el emperador, el atún rojo, el cazón, la panga, el salmón de piscifactoría, el caviar y el lucio.
En particular hay que tener mucho cuidado con la panga importada desde Vietnam, en España, la Organización de Consumidores y Usuarios (OCU) inspeccionó 23 filetes de panga y encontró un “herbicida llamado trifluoralina” que se encuentra vetado en Europa.
¿Y si nos volvemos vegetarianos o bien ovolactovegetarianos? Pues siento decirle amigo lector que ni así garantiza que estará sano ni libre de enfermedades potenciales a desarrollar un carcinoma porque desde las fresas, hasta las espinacas, las manzanas, las papas están llenas de plaguicidas; para decirlo más claro todas las frutas y verduras los tienen.
Es decir, no hay forma de librarse de comer alimentos llenos de aditivos, plaguicidas, herbicidas, esteroides y otras sustancias nocivas para el ser humano; vivir en sí mismo es un riesgo y para como están las cosas comer… mata, pero hay que arriesgar.
Directora de Conexión Hispanoamérica, economista experta en periodismo económico y escritora de temas internacionales
@claudialunapale