Los aviones del régimen sirio seguían bombardeando este viernes, por sexta jornada consecutiva, el bastión rebelde de Guta Oriental, antes de que el Consejo de Seguridad de la ONU someta a votación un proyecto de resolución de un alto el fuego de 30 días.

Desde el domingo, 462 civiles, entre ellos 103 niños, fallecieron según una oenegé en los intensos e incesantes bombardeos y disparos de artillería del ejército sirio contra ese amplio enclave, cercano a Damasco y que según el secretario general de la ONU, Antonio Guterres, se convirtió en un «infierno».

El voto en el Consejo de Seguridad de la ONU se pospuso una hora, hasta las 17H00 GMT, mientras continuaban las negociaciones para evitar un veto de Rusia, aliado del régimen, indicó una fuente diplomática en Nueva York.

El gobierno del presidente sirio, Bashar al Asad, ignoró los llamados internacionales para detener el baño de sangre y volvió a bombardear este viernes varias localidades de Guta Oriental provocando 32 muertos, seis de ellos niños, indicó el Observatorio Sirio de Derechos Humanos (OSDH).

Turquía exhortó este viernes a Rusia e Irán, los principales apoyos de Al Asad, a «detener al régimen» en Guta Oriental.

Esta campaña aérea es de una intensidad inusual, incluso para un país en el que han muerto 340.000 personas en siete años de guerra, y precede a una ofensiva terrestre del ejército para recuperar la región, según un diario cercano al poder y el OSDH.

En Duma, principal ciudad del enclave rebelde, unos pocos habitantes se aventuraron este viernes a salir a la calle para comprar comida para sus familias, escondidas en subsuelos, o conocer el estado de salud de sus allegados, según un corresponsal de la AFP en el terreno.

Los alrededor de 400.000 habitantes de Guta, sometidos a un asfixiante asedio del régimen desde 2013, ya sufren una habitual escasez de alimentos y medicinas.

El proyecto de resolución que votará este viernes el Consejo de Seguridad de la ONU, tras varios intentos fallidos, solicita un alto el fuego de 30 días en Siria para permitir la llegada de ayuda humanitaria y de evacuaciones médicas en Guta Oriental.

Rusia criticó este viernes el proyecto y exigió «garantías» sobre el respeto de la tregua.

«Nadie puede asegurar si los combatientes respetarán esta tregua […] nadie aporta garantías», declaró el ministro de Exteriores ruso, Serguei Lavrov.

Poco después, el presidente francés, Emmanuel Macron, y la canciller alemana, Angela Merkel, enviaron una carta común al presidente ruso, Vladimir Putin, para pedirle su apoyo a la resolución.

Para la Unión Europea, «la masacre debe cesar inmediatamente».

Pero los movimientos diplomáticos no logran convencer a los habitantes de la devastada Guta Oriental.

«La ONU dice estar preocupada y pide un alto el fuego, Francia condena pero al final no nos han aportado nada», criticó Abu Mustafa, un habitante de Duma que acompañaba a un herido al hospital.

«Hay ataques y destrucción a diario, hasta una piedra lloraría con esto, todos los días hay alguien que pierde un allegado», lamentó el hombre, de 50 años.

– ‘Victoria simbólica’ –

Según el OSDH, la aviación rusa, que ayuda militarmente al régimen sirio desde 2015, participa en los ataques contra Guta, algo que Moscú desmiente.

Guta Oriental es el último bastión rebelde situado a las puertas de Damasco y los combatientes disparan con regularidad obuses y cohetes sobre la capital, feudo del régimen y símbolo de su poder.

El actual escenario de Guta recuerda a lo que ya ocurrió en otros bastiones rebeldes, como en la ciudad de Alepo en 2016, aplastada por las bombas y un asfixiante asedio para forzar a los combatientes contrarios al régimen a entregar las armas.

Para Aron Lund, del grupo de reflexión estadounidense Century Foundation, recuperar Guta o una parte del sector sería una «gran victoria simbólica para el gobierno sirio».

El conflicto en Siria comenzó en marzo de 2011 con la represión por parte del gobierno de Al Asad de las manifestaciones pacíficas en su contra, y pasó de ser un enfrentamiento armado entre rebeldes y régimen a un complejo conflicto a medida que fueron implicándose grupos yihadistas y potencias regionales e internacionales con intereses divergentes.