Una explosión sacudió el convoy del primer ministro palestino el martes durante una inusual visita a Gaza. Su partido, Fatá calificó el incidente de intento de asesinato y culpó a los insurgentes de la Franja.

El estallido se produjo poco después de que la caravana entrase a Gaza desde Israel a través del cruce de Erez. El primer ministro palestino, Rami Hamdallah, salió ileso y acudió a la inauguración de una esperada planta de tratamiento de residuos en el norte del territorio. Pero Fatá culpó rápidamente al grupo Hamas, que gobierna en la Franja, del “cobarde ataque” al convoy, avivando las tensiones entre las dos facciones rivales.

Tres de los vehículos de la caravana de Hamdallah sufrieron daños y terminaron con los vidrios rotos. Uno tenía rastros de sangre en la puerta.

Hamas confirmó la explosión al paso de la comitiva y señaló que no se reportaron heridos. El grupo condenó el incidente, que calificó de intento para “dañar los esfuerzos para lograr unidad y reconciliación”, y prometió una investigación “urgente”.

Mientras el presidente palestino, Mahmud Abás, culpó a Hamas por la explosión, su jefe de seguridad, Majed Farraj, que viajaba en la caravana, dijo que era “demasiado temprano” para señalar al responsable.

Hamdallah, que gobierna desde Cisjordania, llegó a Gaza para el estreno de infraestructura y dijo que el ataque “no me disuadirá de buscar el final de la amarga división. Seguiremos viniendo a Gaza”.

Las dos facciones rivales llevan intentando reconciliarse desde 2007, cuando Hamas arrebató el control de Gaza a las fuerzas de Fatá, pero sus esfuerzos han sufrido varios reveses. El golpe dejó a los palestinos con dos gobiernos rivales: el de Hamas en Gaza y el de la Autoridad Palestina, que cuenta con el respaldo de Occidente, en los enclaves autónomos de Cisjordania, que está ocupada por Israel.

En noviembre, Hamas entregó el control de los pasos fronterizos de Gaza a la Autoridad Palestina. Fue la primera concesión tangible en años de diálogo auspiciado por Egipto, pero las negociaciones están estancadas desde entonces.

La planta inaugurada se proyectó en 2007 luego de la muerte de cinco personas por el colapso de depósitos de aguas residuales sobrecargados.

El Banco Mundial, la Unión Europea y otros gobiernos europeos aportaron casi 75 millones de dólares para financiar el proyecto. La toma de Gaza por parte de Hamas en 2007 y los bloqueos de Israel y Egipto, los cortes de electricidad y conflictos que se produjeron a consecuencia de ello, demoraron la apertura de la planta durante cuatro años.